Santiago «Bigote» López: «Hay que eliminar esos 135 artículos pedorros de la LUC»

Lunes, 28 Junio 2021 18:23
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El jugador y referente del Villa Española, el pasado sábado ingresó al césped del Estadio Campeón del Siglo con una camiseta que tenía la leyenda: «Te fuiste sin hablar, cobarde» en directa alusión al fallecimiento del torturador José Nino Gavazzo. En el momento de posar para las fotos, previo al inicio del partido en el estadio de  Peñarol, el equipo de Villa Española mostró una pancarta que decía: «Ni olvido, ni perdón». Pocas horas antes, Santiago López, habló sobre la actualidad del país, las miserias humanas que le perturban el alma y convocó a firmar primero y luego eliminar «los 135 artículos pedorros» de la LUC. Asimismo, alertó sobre el retorno feroz de la discriminación y las razzias selectivas que «siempre salen a buscar a los pobres». Habló de DDHH, ollas y merenderos, privilegios e inequidades, fútbol y revolución. Y aseguró que «el hambre es otra de las miserias del capitalismo de mierda en el que vivimos».

El referente  de siempre

Es de esos que te encantaría tener en tu cuadro. Que juegue de este lado y seguro querrías poder contar con él para volver a enamorarte del fútbol en un picado de barrio o a la hora de echar los perros en una mesa de truco de una cantina como la que sostiene con sus compañeros de utopía. Allí donde las margaritas y los obdulios saben que resistir es la consigna de los tiempos difíciles, entre fotos y alambrados, muros y consignas, ahí va la esperanza porfiada sembrando barrios, tratando de generar conciencia. Santiago «El Bigote» López dice que no alcanza con llenar la panza de los que quedaron a la deriva del mercado, que se necesita un cambio cultural y está convencido que con libros, música, coros, murgas y sensibilidad a flor de piel, se puede cambiar el mundo. Acaso por ello la cantina Sócrates es abrigo y refugio de la cultura en el barrio. Dicen los músicos que les dicen las vecinas y los vecinos que nunca nadie les cantó tan lindo, con tanta dulzura y musicalidad y poesía como la de todos ellos cuando anduvieron por allí con sus canciones y poesía. Lo dicen Luciano Supervielle, Juan Casanova, Papina de Palma, Spuntone y Mendaro, Lu Ferreira, Mocchi, Ana Prada, El Alemán, Los Pasteles y La Catalina, entre tantos otros que llegaron con armonías y arpegios y salieron con el corazón templado. Lazos en clave de esperanza. Late y respira Villa Española. En tiempos en los que el egoísmo sigue siendo la cara más visible de la voracidad capitalista, el pibe hombre de barrio de colores intensos como el fuego y el sol se levanta cada día convencido que amanece una oportunidad. Dice que la revolución está ahí a la vuelta de la vida y que precisa algunos más que se animen a transformar la realidad para alcanzar la utopía. Porque menos que eso, no vale la pena.

Naciste en plena dictadura, en tiempos de la Guerra de las Malvinas, con la militarización de la región, tanques en las calles, torturas y desapariciones en los cuarteles. Hoy sos referencia de Villa Española, uno de los clubes que levanta la bandera de Madres y Familiares por la memoria, verdad y justicia. ¿Qué sucedió en medio y cómo fue el proceso para llegar a ser quien sos?  

Tal cual, fue todo un proceso, nací el 8 de marzo de 1982, y la dictadura terminó cuando yo todavía era un niño. Pero creo que empecé a tomar conciencia de lo que había pasado en la dictadura un poco después. Uno se da cuenta de esos cambios transformadores cuando ya sucedieron. Ahora lo veo un poco a la distancia y creo que fue en la esquina de la adolescencia, en la esquina del barrio. Eran años difíciles y mucho de aquello vivido dejó marcas. La década del 90 y la crisis del 2002 pegaron fuerte acá en el barrio. Imposible olvidar las razzias en las esquinas, la represión cuando éramos chicos, todo eso generaba que te cuestionaras lo que pasaba a tu alrededor. Creo que es un proceso y uno de a poco se va haciendo como persona, como sujeto crítico y empieza a visibilizar lo que sucede a su alrededor y se va implicando. Está claro que  muchas de las cosas que pasaron en aquellos años de la adolescencia hoy día siguen presentes. Seguramente me fui formando como persona ideológica y militante en aquellos años y en la esquina del barrio.   

¿Te acordás de las razzias?

Sí, nos pasó muchas veces. Ahí en el barrio era frecuente. Nos corrían por todos lados, no nos dejaban estar en la esquina y después directamente paraban y nos llevaban a la comisaría porque éramos una barra quilombera. Te agarraban, te detenían y te llevaban. Y recién a las 10 o 12 horas te soltaban. Creo que la Policía lo hacía para marcar el territorio.

No hace tanto, se volvió a hablar de la «apariencia delictiva». ¿Crees que ha vuelto cierta mirada discriminadora y punitivista que apunta hacia las y los jóvenes especialmente pobres?

Sí, actualmente está cada vez más presente esa mirada discriminadora. Se está marcando cada vez más la línea de la población, separando a los sectores marginados y a quienes están cayendo de la clase media hacia abajo. Me hice una remera con un mensaje de la apariencia delictiva y la sociedad que vivimos. Mirando en perspectiva los procesos, creo que en los años que gobernó el FA pudimos llegar a ser un país un poco más equitativo e igualitario. Pero ahora con este gobierno y con la lógica y la forma que tiene de manejarse y actuar, volvió cierta lógica  de generar odio entre nosotros mismos. Y eso es lo peor que nos puede pasar como sociedad: eliminarnos, discriminarnos, odiarnos entre nosotros mismos. Entrar en esa lógica del que tiene y no tiene, el que aparenta y quiere ser algo que no es. Discriminar a alguien por cómo se viste, por el la clase social a la que pertenece, por su color de piel o su aspecto, son de las peores miserias de las sociedades. Esas cosas son horribles y lamentablemente, creo que cada vez están más presentes y visibles en nuestra sociedad.

¿Lo hablas con la gente del club, con tus compañeros de equipo?

Nosotros en el club siempre intentamos hablar de estas cuestiones. Ahora hablamos mucho sobre los desalojos de asentamientos, sobre la violencia con la que se actuó contra gente que está ahí buscando sobrevivir. Se llevaron a una madre y dejaron a su bebé ahí. Fue todo muy violento. A eso me refiero cuando hablo de discriminación a la gente pobre o cuando hablamos de abuso del Estado. Lo que en mayor o menor medida siempre pasó pero ahora se está endureciendo y viene acompañado de violencia hacia los pobres. Nosotros tratamos de hablar todo eso. Obvio que los problemas de raíz no se solucionan en esas charlas pero sí aportamos nuestro granito de arena para que cada uno se interiorice de algunas cuestiones y luego que cada uno lo pueda desarrollar en su vida, con sus amigos, con su barrio, con su gente. Solucionar es difícil, pero por lo menos poner la situación de las cosas que pasan en tu sociedad y en tu tiempo arriba de la mesa.

¿Hablás de todo esto con tu hija?

Por supuesto. Mariana tiene 9 años y es re sensible. Ella creció entre movidas y militancia, vio mucho de lo que hicimos acá en el barrio y así se está formando como persona. Ella siempre cuestiona lo que ve a su alrededor y pregunta por qué hay gurises pidiendo en la calle o por qué yo muchas veces le compro algo de comer a alguien que no conozco o me saco los championes y se los regalo a alguien que no tiene. Se cuestiona esas cosas y lo hablamos y le explicamos -a grandes rasgos- el mundo que se le viene, para que vaya viendo y cuestionando lo que pasa en la sociedad. Si bien hace unos meses que nos separamos con la mamá, tenemos tremenda relación y en eso pensamos igual y ella también habla mucho con Mari.

¿Valió la pena el camino hasta acá?

Sí, totalmente. Si miro para atrás, creo que concreté lo que yo quería aspiraba ser cuando me metí en el fútbol. Siempre quise ser una  especie de «loco lindo» dentro del fútbol. No ser un buen jugador sino ser un loco preocupado por cuestiones sociales y poder utilizar el fútbol como herramienta de transformación. Y creo que logré mucho de lo que quería hacer. No sé si transformé o no muchas cosas pero utilicé el fútbol como herramienta de cambios y no me arrepiento de nada de lo que hice. Capaz que en los comienzos, fui más parecido a lo que se considera un futbolista prototipo, por llamarlo de alguna forma. Y esa etapa no fue algo que recuerde con tanto orgullo. Pero después de eso, estoy agradecido y contento por todo lo que pasó con mi vida en el fútbol. Obvio que en la vida siempre te van quedando cosas atrás. Capaz que en la adolescencia tendría que haber laburado un poco más para el barrio y por qué no, haber «despertado» un poco más rápido. Pero eso te lo da el tiempo, el lugar y las herramientas; también la economía del país y el contexto político.

¿Qué huellas, heridas o cicatrices deja el hambre en el barrio?

Tremendas. En el momento que más laburamos por el tema de los alimentos para la gente del barrio fue cuando explotó la pandemia. En la sede armamos una cuadrilla para repartir canastas. Recolectamos alimentos y empezamos a hacer canastas para el barrio. En principio eran unas 20 canastas y terminamos entregando casi 800 por semana. Fue una locura. Eso lo pudimos sostener durante unos siete meses hasta que llegó un momento que nos dimos cuenta que nos sobrepasaba la vida. Y decidimos abortar esa movida y pasamos a abastecer las ollas de la vuelta con todos los alimentos que teníamos. Eso es lo que seguimos haciendo ahora. En el plano deportivo cuando llegó la pandemia nos agarró sin jugar, recién habíamos ascendido, no teníamos contrato y también se hizo lo mismo: la acción inmediata fue abastecer de canastas a los jugadores para poder llevar a sus familias. Más allá que la situación era dura y no había muchas certezas sabíamos que teníamos que organizarnos para poder ayudar a los demás. Por momentos la entrega de canastas fue imparable hasta que nos desbordó. Las necesidades de la gente nos desbordaron y llegó un punto que tuvimos que parar. Dolió pero nos quedamos tranquilos por todo lo que hicimos. Cuando tomamos la decisión de cortar fue dura, dolorosa y nos quedamos muy tristes. Pero hicimos todo lo que pudimos y capaz que más que lo que podíamos. Hoy tenemos las ollas en la vuelta y una olla del Villa que la gestionan los pibes de la vuelta y nosotros les abastecemos de alimentos.

¿Somos conscientes del hambre de tanta gente o es algo que está invisibilizado?

El hambre es terrible. Yo muchas veces lo pensé pero después de pensarlo fui a la olla para sentirlo, porque pensar es una cosa y ver es otra. Hay mucha gente que habla de la gente que come en la olla, pero andá y servile un plato de comida a alguien que tiene hambre en la olla y ahí vas a ver qué siente el otro. El hambre es otra de las miserias del capitalismo de mierda en el que vivimos, donde muy poca gente acumula mientras la mayoría la pasa mal. Y duele que una minoría sea la que se interioriza para que esas cosas no pasen. Si todo fuera más igualitario esas cosas no pasarían, pero bueno es algo que se repite cíclicamente en la historia de la humanidad por el sistema capitalista donde vivimos. Hay que enfrentarlo, redoblar esfuerzos, intentar que nadie pase hambre de la manera que sea y si es ésta, con ollas y merenderos, hay que meterle el pecho e ir para adelante. Es con organización y lucha, no entiendo otra cosa en la vida que eso.

En el fútbol también se ven inequidades obscenas

En el fútbol y en la vida. Lo que pasa es que el fútbol es un sistema que lo podemos ver todo el tiempo. En cambio en relación a lo que sucede en el resto de la sociedad no. Los empresarios poderosos no salen casi nunca en la tele, los grandes estudios de abogados tampoco. Ahí hay un tema que casi nunca se habla: la desigualdad que hay entre los abogados que se reciben y los que «cometean» es terrible. El fútbol es un sistema creado, es una máquina de hacer plata, una máquina de diversión y nosotros somos el producto de eso. Y le guste a quién le guste, es así. Eso lleva que al que me divierte más le pago más y chau. Ese que hace divertir más, generalmente no se preocupa por los otros. Así de simple. Te pongo a Messi por ejemplo que no le interesa lo que a mí me pasa pero los dos hacemos lo mismo. Y  los dos vemos la máquina. Entonces si él se interiorizara un poco más de lo que a mí me pasa, todos estaríamos mejor. Me parece que es ese el tema de la desigualdad. El fútbol es una máquina que no va a parar, que ya lo demostró, que ni a la FIFA ni a la CONMEBOL les interesa parar ni aunque haya riesgo de vida. Es un sistema que habrá que modificarlo, porque sinceramente, romperlo va a ser difícil.

En Uruguay se comenzó a gestar un espacio de reivindicaciones con los jugadores de la selección nacional. ¿Cómo hay que leer esa iniciativa?

Me parece que los jugadores de la selección de Uruguay y los del continente tuvieron la posibilidad de ser la primera generación que se le parara firme a la CONMEBOL y tal vez poder comenzar a romper la máquina porque había un hecho sanitario mayor que nos golpeaba a todos: la salud de cada jugador yu sus familias. Y no pudieron, no se organizaron. La plata y la máquina pudieron más. Nunca antes había pasado que corriera riesgo de suspenderse una copa por una razón que nos nucleaba a todos. Estamos hablando de una realidad en la que Brasil entierra cifras impresionantes de gente y estamos jugando al fútbol como diversión, distracción y todo lo demás. Los futbolistas tuvieron las posibilidades de cambiar esta historia y no lo hicieron. Le quedará el poncho a quien le caiga. Si yo hubiera sido el capitán de la selección, mi selección no juega. Eso te lo aseguro. Y me importa un huevo que después vengan amenazas o sanciones. No me importa nada en ese sentido. Lo que me importa es poder dormir tranquilo.

¿Qué lugar ocupa la Cantina Sócrates en tu vida?

Tremendo. Justo ahora estoy terminando una tecnicatura del CLAEH y estoy escribiendo sobre eso porque voy a presentar un proyecto para poder replicar la experiencia en cinco barrios diferentes. La Cantina Sócrates nace de una necesidad de experiencia de vida. Siempre me pregunté por qué yo me tenía que mover del barrio al centro para poder ver un espectáculo artístico o poder tomar una cerveza en un lugar calentito, acogedor. No en un bar, sino en un lugar tipo pub, cálido. Siempre me lo cuestioné y llegué a la conclusión que a la cultura le falta una pata en territorio porque en general no va a los barrios. Nuestro proyecto fue ese: generar una cantina que sea autosustentable, que se gestione por los vecinos con una barra de amigos, que los fines de lucro sean en beneficio del lugar y que allí ingrese la familia, la del barrio y gente de afuera para que podamos romper esa barrera de que estamos en una «zona roja». Y así lo hicimos. Y cuando lo concretamos nos dimos cuenta que es letal, terrible todo lo que se puede lograr. Por esa cantina han pasado cerca de 50 artistas de los que andan por el centro y alguno más prestigioso que recorre el mundo. Y tanto el barrio como gente de otras partes que han venido nos han elogiado la iniciativa. Eso para nosotros es admirable. La gente del barrio no va más al centro, cuida su economía, va a la cantina, está a tres cuadras de su casa, se puede tomar una cerveza, viene caminando, se ve con amigos. Según nuestros datos, por acá han pasado unas cinco mil personas, de las cuales aproximadamente tres mil son del barrio y vienen de manera frecuente y alternada. El que no es de acá, cuando viene entiende que no es una «zona roja» y se encuentra con gente del barrio en una cantina pro, acogedora, y con espectáculos de nivel profesional y no amateur. Hay mucha gente que se enamoró de la cantina. Hoy la extrañamos como locos, estamos deseando que pase la pandemia para poder volver.

¿A quién te gustaría llevar a la cantina?

Al Indio Solari. Soy enfermo ricotero y me hubiera gustado poder llevar a los Redondos. Eso es imposible pero al menos me gustaría tomar un vino con el Indio en la cantina y hablar un rato ahí en el barrio. 

¿Cuál es el rol de la biblioteca en el proyecto social?

Cuando se formó la comisión de cultura se decidió que era importante generar una biblioteca popular. Y ahí se fue creando y creciendo. Ahora no está funcionando por la pandemia pero es una herramienta que tenemos ahí. En algún momento hicimos entrega de libros a domicilio y cuando pase la pandemia la retomaremos de manera más activa, con charlas y lecturas de cuentos. Me parece que ese es el camino para promover e incentivar la lectura porque es muy difícil que una persona vaya sola a la biblioteca. Entonces, hay que buscarle la vuelta.

Quedan pocos días para que se venza el plazo constitucional y se anunciaron casi 600 mil firmas para habilitar el referéndum por los 135 artículos de la LUC. ¿Qué pensás?

Pienso que hay que sacarla, que hay que firmar, después tenemos que ir a las urnas, votar y volarla porque se nos van a venir tiempos jodidos. Y si alguien lo duda, que sepa que todos podemos caer en alguno de esos artículos «pedorros» de la LUC. En esta etapa final de la campaña cada uno tiene que aportar desde el lugar que pueda. En mi caso particular, cuando me puse una remera que decía Yo Firmo la AUF me quiso suspender cuatro fechas. Se armó terrible quilombo. Ahora tengo otra remera preparada (risas). 

¿Cómo valorás que cada año se sumen más clubes y planteles al reclamo por memoria, verdad y justicia de Madres y Familiares?

Es muy importante que cada año se sumen más y más. Y no es más que lo que tiene que pasar. Se tiene que visibilizar algo que nos involucra a todos como sociedad. Y así como el fútbol es diversión también es caja de resonancia y no hay que olvidarse que al fútbol lo utilizaron en Argentina en el 78 para tapar una dictadura. Yo celebro que los clubes se sumen a esta lucha que es pura y únicamente de los DDHH. Me pone re contento. Es una bandera que nosotros tenemos en el club y al principio lo hicimos solos. Ahora estamos acompañados por casi todos los clubes y nos encanta.

Desde algunos sectores del gobierno y fundamentalmente desde las redes sociales hay embates durísimos todos los días contra los sindicatos, los trabajadores, los militantes sociales, y como hablábamos hoy, mucho desprecio hacia los pobres. ¿Lo ves así? ¿Qué pensás?

Sí, tal cual. A mí más que preocuparme lo que hacen los políticos, las cúpulas, lo que me genera más ruido es lo que sucede en nosotros como sociedad, con nuestros pares, nos discriminamos nosotros mismos. Ahí me llama mucho la atención. Organicémonos los pobres del mundo y hagamos una revolución, como dice el PIT-CNT. No le encuentro mucha vuelta. El gobierno que tenemos es el que lamentablemente elegimos y eso no lo podemos cambiar antes de los 5 años. Lo que sí podemos hacer es organizarnos, nuclearnos, juntarnos y ver las soluciones que podemos buscar y encontrar nosotros mismos como sociedad, como barrio, que nos queremos organizar. Hay muchas personas que cuando hablan de la pobreza lo hacen con una frialdad terrible, no tienen ni idea de lo que es no poder comer, no poder vestirse o cagarse de frío. Es un poco la sociedad en que vivimos. Y habrá que organizarse. No hay otra, es por ahí.

Modificado por última vez en Lunes, 28 Junio 2021 20:33
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