El cantante Gerardo Nieto, referente de la música tropical uruguaya y uno de los históricos integrantes del legendario grupo Karibe con K, es uno de los artistas que ha puesto su canto al servicio de las causas populares. A lo largo de su trayectoria artística, a Nieto se lo ha visto en en escenarios solidarios, apoyando sindicatos en conflicto, en carpas u ollas populares y en distintos festivales a beneficio de personas que necesitan tratamientos médicos complejos. “Todo lo que pueda hacer y esté a mi alcance lo voy a hacer hoy, mañana y cuando se necesite”.
La vida del artista no es lineal y nunca se sabe cuánto trabajo habrá en el corto o mediano plazo. Acaso por ello, Nieto siempre mantuvo cierta calma para afrontar sus compromisos y planificar la agenda de presentaciones.
“La vida de un artista es bastante impredecible. Puedo decir que un fin de semana tengo tanta cantidad de shows y capaz que cuando llega el momento, por distintas razones, tengo menos o más. Es muy difícil programar, siempre vas fluctuando entre el trabajo y lo que va sucediendo”.
De todos modos, nada se puede comparar a lo que los artistas tuvieron que vivir durante la pandemia. “Fue terrible, fue muy complejo. Pero en cierta medida lo de los vaivenes ha sido siempre. Tuve muy buenas rachas y de las otras, aunque mi trabajo es bastante constante. En la música tropical hay un ‘mercadito’ que siempre está. Eso te deja tranquilo, pero siempre está la inseguridad de pensar en el mañana, en el día en que no te elijan más”.
La voz, entre el desgaste y la herencia
Nieto primero fue un intérprete intuitivo y luego estudio canto. “Yo estudié y me hizo muy bien. Al principio fue muy básico, pero me sirvió para no lastimarme. El problema es el desgaste de hacer una doble vida; es decir, vivir de noche y al mismo tiempo, querer ser un ser humano normal y tener una actividad durante el día. Dormir poco, ser papá, tener pareja, salir… ese ritmo me pasó factura”.
Ese desgaste lo llevó a descubrir, casi de manera intuitiva, técnicas vocales. “Estando ‘roto’ y teniendo que trabajar igual aprendí una técnica, casi sin querer. Encontré una voz intermedia entre la voz natural y el falsete, lo que después entendí que era una mixtura. Más tarde lo confirmé con un profesor de canto, al que fui acompañando a mi hija, que quería estudiar. Resultó que muchas cosas que hacía naturalmente tenían fundamento técnico”.
La transmisión familiar del canto también marcó a Nieto. “Tengo tres hijas. Cantan bárbaro las tres, pero solo Luana, la del medio, lo hace en la banda conmigo. La más chica, Melina, participó de un programa en Canal 12 cuando tenía ocho años, fue una experiencia preciosa, pero después me dijo que no quería cantar más. Y la mayor, Julieta, directamente no tiene interés. Cada una siguió su camino, pero crecieron escuchando al padre cantar y hablar de técnica”.
Solidaridad
“Creo que lo heredé de mis padres. Mi viejo era muy solidario, un ‘todólogo’ que sabía de mecánica, carpintería, albañilería, y siempre estaba dispuesto a ayudar a los vecinos, a darles una mano. Vivíamos en Casabó, un barrio cercano al Frigorífico Nacional. Allí también estaba muy presente la vida sindical. Recuerdo huelgas, paros, hasta balaceras. Una vez mi padre cruzó el campo del fondo del frigorífico para participar junto a sus compañeros de una ocupación, ese día él tenía libre en el trabajo, no le importaba nada. Esa solidaridad quedó marcada”.
También lo formaron los años de dictadura, cuando cantar era una forma de resistencia. “Un amigo me enseñó a tocar la guitarra y hacíamos canto popular. Él escribía temas de protesta disfrazados de metáforas. Me decía: ‘no le cantamos al agua clara y pura, le cantamos a la revolución’. Así aprendí lo que era la izquierda y la solidaridad. Creo que desde entonces soy así, empático con el que menos tiene, hincha de los cuadros chicos”.
Música y compromiso
Hoy, a pesar de la zafra de shows, sigue diciendo presente en causas sociales. El próximo sábado 20, Gerardo Nieto participará de un espectáculo a beneficio de los trabajadores de la ex panificadora La Vienesa, que están luchando para transformar su fuente de trabajo en una obra cooperativa. Además, en octubre participará en un espectáculo en la ciudad de Pando en un show a beneficio de una persona que necesita un tratamiento médico complejo.
Incluso en algún caso puntual, cuando no pudo concurrir a donar su trabajo artístico por razones de fuerza mayor pero quería respaldar la causa, aportó dinero. "No es lo mejor, y por ahí suena demagógico. Pero es lo que me sale hacer. Si puedo dar una mano, voy a tratar de estar. Con mi trabajo o como pueda".
Nieto habla desde la pertenencia de un ADN de solidaridad. “El uruguayo es solidario, pero tiene pocos recursos. Hoy estamos contra las cuerdas, con poco presupuesto, con deudas de gobiernos anteriores. Así es difícil cumplir con lo prometido en campaña, y eso genera desconfianza, la idea de que todos son lo mismo. A veces el hartazgo lleva a cambios radicales como en Argentina con Javier Milei. Por suerte acá no es tan polarizado. Acá, si algo está bien se deja, porque no todo es malo”.
En su momento, Nieto integró una lista del Frente Amplio como suplente a la Cámara de Diputados. Más tarde le propusieron postularse como alcalde del Municipio A, una posibilidad que analizó con interés, pero que finalmente no aceptó porque implicaba dejar de lado su carrera como cantante. “Me gustaba el desafío, aunque no sé si lo habría podido sostener en el tiempo. No sé si soy lo suficientemente militante como para enfrentar todos los días la burocracia o hacer alianzas políticas. Hay que conocer los propios límites”.
Asimismo, Nieto recuerda su participación en la campaña de fotografías en homenaje a los detenidos desaparecidos en dictadura en la que también participaron deportistas, artistas, periodistas y militantes sociales y por los derechos humanos. "¿Cómo no voy a ser empático con el dolor de gente que perdió a su familia, con los desaparecidos? Todo lo que pueda hacer y esté a mi alcance lo voy a hacer hoy, mañana y cuando se necesite. No veo otra manera de ser”.