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"Radicalizar la democracia"
Pablo González (SINTEP): "Las brigadas solidarias son herramientas fundamentales para la transformación social"
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Pablo González (SINTEP)

Pablo González, secretario de Organización del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza Privada (SINTEP), reivindicó el trabajo de las brigadas solidarias como una herramienta fundamental para la transformación territorial y la reconstrucción del tejido social en los barrios más postergados. En un análisis profundo del escenario político y social, denunció la “radicalización del capitalismo, el vaciamiento de la democracia y la pérdida de conciencia de clase”, y llamó a “relanzar el deseo colectivo a través de la acción organizada y el poder popular”.

Un conjunto de organizaciones sindicales llevan adelante un proyecto de formación y organización territorial en Bella Italia, experiencia que también prevén trasladar al Cerro de Montevideo. Se trata de una propuesta estratégica orientada a dotar de herramientas prácticas a vecinas y vecinos en áreas vitales del trabajo cotidiano como forma de democratizar el acceso a los derechos adquiridos y vincularse de manera directa con la política pública, a través de sus acciones y decisiones, así como también, impulsar el desarrollo desde los barrios. 

Pablo González, secretario de Organización de SINTEP, uno de los sindicatos que impulsan las brigadas territoriales del PIT-CNT explicó al Portal de la central de trabajadores que se han propuesto articular en tres ejes el trabajo del Ministerio de Trabajo, el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (INEFOP) y de organizaciones sociales. Esto implica la formación de trabajadoras y trabajadores a través del INEFOP; creación de brigadas solidarias que actúen en los territorios con fuerza y saber obrero; y el desarrollo de medios de comunicación barriales que disputen sentido a los grandes medios.

Para ello el PIT-CNT sugirió al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) a respaldar esta propuesta brindando infraestructura para cursos y planteó organizar sus zonales con planes de trabajo integrados. Asimismo, llamó a distintas organizaciones sociales a conformar esta herramienta de cambio, con el objetivo de poner al servicio del pueblo la fuerza de la clase trabajadora, impulsando el desarrollo local desde las empresas públicas, intendencias y municipios.

En un documento recientemente aprobado por el Congreso del PIT-CNT se indica que estas propuestas deben ser una guía para la acción y estarán supeditadas a las condiciones materiales y organizativas. Por ello, se plantea comenzar con la instalación de estos centros obreros en dos zonas de Montevideo que ya presentan un importante trabajo de acumulación como lo es “la zona de Bella Italia (zona este) y el trabajo conjunto que viene realizando (SUNCA, AUTE, UNTMRA Y SINTEP) y la zona oeste de Montevideo (bajo el zonal oeste) y luego ampliar la propuesta a nivel departamental y nacional”.

“La realidad es que el sistema actual está siendo implacable y radical”. Con esa frase, Pablo González dio inicio a un análisis contundente sobre las condiciones sociales que atraviesan a Uruguay y al mundo, y la necesidad urgente de construir una alternativa desde abajo. “Hay una radicalidad en cómo funciona el sistema, en los niveles de acumulación de capital, en la desigualdad, en las guerras, y también en los discursos que hoy se habilitan a decir. Por eso aparecen figuras como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Javier Milei”, alertó.

Según González, esta radicalización del capitalismo es tan evidente que “incluso algunos capitalistas están diciendo ‘bajemos un poco la pata’, porque el sistema se está saliendo de órbita”. Sin embargo, pese a su crudeza, este sistema se sostiene gracias al adormecimiento generalizado de la sociedad. “La gente no explota porque hay una anestesia construida, en gran parte a través de los medios de comunicación, que hace que determinadas atrocidades se naturalicen. La desigualdad cae como la lluvia, y parece que nada se puede hacer”, advirtió.

El dirigente sindical citó a Bertolt Brecht para explicar esa pasividad social. “Mataron a uno, no pasó nada. Mataron a diez, tampoco. Hasta que mataron a millones... Hoy el horror se vuelve cotidiano, y la idea de que un mundo mejor es posible, es rápidamente descalificada como una utopía ridícula”.

Para González, el corrimiento de la conciencia de clase ha sido clave en este proceso. “La clase obrera con conciencia de sí y para sí fue sustituida por una clase media que tiene miedo. Se preocupa por el déficit fiscal y la macroeconomía, cuando en realidad vive problemáticas propias de la clase trabajadora. Interioriza los intereses de la clase dominante”, dijo, y lo vinculó directamente a la derrota del plebiscito sobre la reforma de la seguridad social. “Muchos no lo votaron porque estaban preocupados por la macroeconomía, no por si su madre iba a poder jubilarse”.

En ese contexto, González consideró que la tarea del movimiento sindical debe ser doble, despertar esa conciencia dormida y proponer caminos concretos de transformación. Uno de esos caminos, señaló, es el trabajo de las brigadas solidarias impulsadas desde SINTEP y otros sindicatos en coordinación con organizaciones barriales.

“Cuando lanzamos las brigadas decíamos que el horror del espectador debía transformarse en la acción pedagógica del brigadista. Porque todos nos horrorizamos por lo que vemos en redes, pero muy pocos logran conectar eso con una acción real en su barrio”, planteó. Esa disociación, sostuvo, alimenta la impotencia y el desencanto. “A la vuelta de tu casa hay alguien en el horno, pero no podés conectar. Las redes sociales canalizan tu indignación hacia una burbuja que no transforma nada. Por eso tenemos un sistema radicalizado, una clase media despolitizada y gobiernos de corazones tibios”.

González fue especialmente crítico con los gobiernos progresistas que, en su opinión, “han sido tibios” frente a la radicalidad del sistema. “Proponen serenidad, ir despacio, no tocar los intereses de los poderosos. Y eso confunde a la clase trabajadora, que a veces apuesta a esos proyectos pensando que van a canalizar sus reclamos, pero luego se ven traicionados”.

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Pablo González (SINTEP)

Frente a ese desencanto, recordó el surgimiento de las brigadas durante la pandemia, en medio del fuego de las ollas populares. “Ahí pasó algo. Esa gente que el sistema había descartado encendió una chispa. Se generaron lazos, organización desde abajo, una forma posible de construir otra realidad”.

Hoy, esa hipótesis inicial no solo se confirma, sino que se expande. “Tenemos más de 200 personas participando en cursos, vecinos que se están formando, un trabajador que se compró su primera máquina de soldadura, otro que accedió a un curso privado de pintura, un cantor popular que hizo una canción sobre Bella Italia. Todo eso está pasando. Y todo eso relanza la cadena de significantes que estaban vacíos. Se está llenando de contenido real a través del deseo colectivo”.

La experiencia, según González, no se detiene. El próximo paso es articular con el INEFOP para ofrecer un segundo módulo de formación, más especializado, para quienes ya pasaron por los primeros talleres impulsados por los sindicatos. “Queremos que el Estado llegue donde tiene que estar. INEFOP no tenía presencia en Bella Italia. Hoy vamos a exigir que la tenga. Que forme, que articule, que respalde lo que ya estamos haciendo desde el movimiento popular”, afirmó.

Pero el proyecto no se limita a la formación laboral. También incluye la creación de un “multimedio barrial” que unifique las voces de los distintos colectivos y organizaciones sociales del territorio. “Hoy los clubes de barrio, los equipos de baby fútbol, hacen cosas muy valiosas que no trascienden a su círculo más cercano. Queremos generar un medio con capacidad de disputar agenda, de informar, de politizar desde abajo. Que haya videos, coberturas, programas, materiales que circulen y construyan conciencia”.

González enfatizó que esta propuesta no viene a sustituir otras experiencias, sino a complementarlas. “No es que el SUNCA deja de hacer lo suyo, o FUECYS lo mismo. Vamos todos juntos. Es una construcción colectiva que tiene pilares claros como la formación, la presencia territorial, comunicación, acción solidaria y poder popular”.

“Radicalizar la democracia”

 El objetivo de fondo, afirmó, es “radicalizar la democracia”. Pero no desde lo formal, sino desde lo real. “Hoy se dice que Uruguay tiene una democracia ejemplar, pero ¿quién tiene realmente poder de decisión? ¿Es democrática una sociedad donde miles de personas no saben lo que se decide sobre sus vidas? ¿Donde la política les es ajena, donde se vota sin conciencia porque hay que votar? Nosotros queremos una democracia con contenido, donde los vecinos organizados puedan incidir sobre lo que pasa en su barrio”.

La transformación, agregó, no será por asalto, ni de un día para el otro. “No va a haber revolución. Lo que hay que hacer es sostener las pequeñas contradicciones, trabajar sobre ellas, acompañar los procesos. Hay que relanzar el deseo de la gente, porque hoy ni siquiera hay deseo de salir de donde se está. El mayor daño del sistema es que ha cortado el deseo”.

En contraste con una izquierda que, según él, “perdió la capacidad de construir un mundo posible”, González valoró el avance de las brigadas como una forma concreta de volver a creer en la transformación. “La derecha enamora porque promete cambio. Y nosotros, ¿qué estamos prometiendo? Hay que ser radicales, sí, pero no en el discurso vacío, sino en la acción concreta. En mostrar que otro mundo es posible, que se está construyendo. No desde el gobierno, sino desde la calle, desde los barrios, desde la organización popular”.