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Prefieren ayudar a los damnificados antes que jugar al Play Station o salir a bailar

Jovencitos, aún son chicos y así se los ve desde lejos. Casi ninguno llega a los veinte. Hace poco más de dos semanas que ellos pasan largas horas colaborando en la clasificación de ropa, medicamentos, alimentos y todo tipo de productos de limpieza o incluso muebles y electrodomésticos.

Ellos cuentan que prefieren estar allí dando una mano a los que necesitan, antes que salir a bailar o quedarse jugando al Play Station.

Beatriz es tímida y no quiere saber de nada con micrófonos ni nada que la haga figurar. “Yo solo vengo a ayudar a quienes ni conozco pero sé que necesitan que trabajemos por lo que les pasó”. Beatriz es hija de Carolina, militante del PIT-CNT y también integrante de Sutel. “Mi hija es voluntaria voluntaria” reafirmando que llega a la central antes que ella. “No es integrante de un sindicato porque todavía no trabaja, tiene diecisiete años y está acá todos los días desde el viernes que llegó el tornado”.

Miles de kilos de ropa, alimentos, distintos tipos de ropa de cama, todo pasa por la clasificación de Beatriz, Carolina y Sofía esta mañana. “Somos muchas y muchos” contaron al Portal entre cientos de cajas y bolsas etiquetadas prontas para salir rumbo a donde se necesite.

En otra habitación, Nicolás, carga alimentos no perecederos para otros destinos. Nicolás tiene 21 años y también pertenece a Sutel. “En el sindicato dijeron que se precisaban hombres y acá estoy”. Para Nicolás tampoco hay que darle muchas vueltas a las cosas. “Hay que estar y dar una mano y punto”.

De Las Duranas llegaron unos 500 kilos más de alimentos, y casi al mismo tiempo, un integrante de Ades comenzó a descargar más y más donaciones solidarias que recolectaron profesores del liceo 24. Por estas horas ya habían hecho lo propio más docentes del liceo 34 y así uno tras otro siguen llegando. Hoy martes también llegaron donaciones de umbandistas organizados que se arrimaron a la central.

Ricardo Fierro organiza y ordena. No para. Leonardo Duarte, recibe gente y la orienta hacia qué sector dirigirse con las cajas y muebles. Leo es otro de tantos de los que están sin mirar relojes ni agendas. Es que así son todos los días en la casa de los trabajadores. Una imparable cadena humana de solidaridad que no sabe de colores, edades, credos ni escarapelas. El PIT-CNT es la sede donde llegan a diario -sin respiro ni pausa-  fantásticas demostraciones de solidaridad. Cara visible, conmovedora y humana, de la sociedad uruguaya. Del ser uruguayo, como dijo el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira.

Los y las brigadistas no paran. Hablan poco, cargan, organizan, empujan.

“Estamos para lo que se precise, si hay que cargar cargaremos, lo que haya que hacer para ayudar” insistió Carolina.

Cuando la ve trabajar como brigadista a Beatriz dice que siente un orgullo tremendo “porque quiere decir que algo hicimos bien como padres. Y la verdad que siento orgullo porque esté acá todos los días y por las ganas que tiene de ayudar”.

Según contó Carolina al Portal, “lo que le falta a los chiquilines son oportunidades, nada más que oportunidades y tal vez una guía también, y eso es parte de nuestro trabajo, no solo como padres sino como sindicatos, ese también tendría que ser nuestro trabajo como sindicatos”.

Para Sofía (“veintipico”) y Carolina (“treinta y pocos”) es muy valioso que muchos jóvenes se hayan incorporado desde el primer día a las brigadas del PIT-CNT. “Han venido muchos chiquilines y estamos orgullosas de nuestros compañeros más jóvenes”.