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Compañero de la historia
Hoy Mario Pomatta volvió a su casa
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Mario Pomatta

Se retiró después de décadas de trabajo, esfuerzo, risotadas, enojos, certezas y partidas, desolaciones y abrazos de esos que se sienten de por vida. 

Hoy Mario volvió a su casa, el doctor Mario Pomatta, el experto en leyes y justicia, el hombre justo, el de las causas justas, el estudioso y profundo analista de la jurisprudencia laboral. 

Hoy Mario volvió porque las y los trabajadores públicos, querían decirle gracias. Porque se están cumpliendo 20 años del primer convenio marco de negociación colectiva en el sector público y entendían que era una oportunidad para pedirle que por unas horas dejara su lugar en el mundo que es Araminda y volviera a su casa. Hoy dejó allá atrás, a resguardo de árboles y mar, su rocanrol puro, energizante, frenético que lo acompaña, ahora que ya no tiene que ocuparse de asuntos formales. Un rockero de los códigos y los tribunales, anduvo por la central sindical.   

“Este reconocimiento no tiene que ser para mí, tiene que ser para una cantidad de gente tan grande que no los podría mencionar o bien porque no me da el tiempo o posiblemente porque me puedo olvidar de alguno y eso sería terrible. Pero entre todos hicimos muchas cosas importantes para los trabajadores y creo que cuanto más pase el tiempo mejor lo iremos valorando”.

Pomatta fue un puntal jurídico y sindical para FANCAP, AUTE, SUTEL, para COFE y libró batallas intelectuales y jurídicas tanto en distintos ámbitos del Uruguay como en las instancias decisivas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra (Suiza). 

Recorrió un prolífico camino de debate y propuesta, de ideas propias y ajenas, de escucha y aporte. Con él transitaron otros, a quienes recuerda con el cariño y respeto de compañeros de tiempo, causas y azares. Germán Riet, el Cholo Juan José Bentancor, el Caballo Óscar López, Juan Castillo, Héctor Zapirain, Hugo Barreto, José Lorenzo López, y tantos más.      

“Yo en 39 años que estuve en el movimiento sindical, siempre le dije a los gurises que hacían escuela sindical que para mí era un honor ser parte. Como abogado o como compañero. Me daba lo mismo. Las responsabilidades y el compromiso para mí eran el mismo. Dar lo mejor que uno tiene para dar por las causas colectivas. Y nos tocó vivir momentos históricos de dar ciertas batallas en las que los dirigentes sindicales abrían la brecha y construían cosas. Por eso fue que logramos tener ese convenio marco que terminó en la ley de negociación colectiva, por nombrar solamente una de las cosas fantásticas que se lograron en aquellos años”. 

Pomatta, insiste en recordar que el movimiento sindical uruguayo a lo largo de su historia, con su trayectoria, se ganó el prestigio internacional del que goza no solamente en los ámbitos sindicales y académicos -donde se ha estudiada la unidad sindical de nuestro país como un fenómeno único en el mundo- sino incluso por parte de los últimos presidentes de la OIT que han manifedo su “admiración” por considerar a Uruguay como un ejemplo y “buque insignia” de las relaciones laborales para el mundo. 

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Mario Pomatta

Claro, Mario tiene una consideración especial en su construcción de la memoria del rol que desempeñaron “los públicos” en la historia colectiva. “En 2009 fueron considerados por primera vez trabajadores en relación de dependencia y no meros funcionarios públicos en relación estatutaria”, y eso, lo lograron juntos. 

Ahora que el tiempo pasó, Mario mira la realidad con cierta distancia y perspectiva. 

“Lo único que hice en mi vida en 42 años de ejercicio fue asesorar sindicatos, trabajadores y a la central. No hice nunca otra cosa; antes había defendido presos políticos en los últimos años la dictadura, pero eso no tenía nada que ver con mi orientación de laboralista. Y si tengo que reflexionar sobre la unidad debo decir que hay que cuidarla. Yo tengo sentido de pertenencia y por eso creo que, si la unidad se destruye, o si los gobiernos de derecha nos destruyen, o si nosotros hacemos las cosas equivocadas y –desde mi punto de vista- partimos al medio la central que es el corazón de los cambios progresistas, entonces será un error histórico. Vengo de Treinta y Tres, caminé con mucha gente, trabajé en ANCAP hasta que me destituyeron, viví mucha cosa, fuimos constructores de un programa liberador para los cambios, entonces si tocan a la central, creo que tocan el corazón del corazón del sentido progresista de intentar cambiar la sociedad para construir una mejor. Por eso creo que lo que está pasando en la región y en el mundo con el envalentonamiento de las derechas es una amenaza real, y que debemos prestarle atención y enfrentarla”.

Mario va y viene. Habla del mundo, del fascismo, del rock, del aire que respira, y de sus compañeros de camino. Habla de Hugo Barreto con tanta admiración como si fuera un maestro. “Él es unos años mejor que yo, tuvimos un vínculo de alumno y maestro y Ojalá yo en materia de conocimiento le llegara a los tobillos”. 

Y vuelve a los plurales, a los otros, a ellos. “Tanta gente valiosa conocí y tuve el privilegio de encontrar en este camino, y te dije que no iba a nombrar a nadie porque no quiero olvidarme de nadie pero cierro los ojos y veo al ministro Juan Castillo, a Héctor Zapirain, a Jorge Bruni, al manso Fernando Gambera, a Fernando Pereira, al Turco Abdala, a Joselo López, a Daniel Baldassari con el que sigo charlando para aprender, a Raúl Varela, a Osvaldo Mantero que se fue con 90 años, tanta gente que batalló tanto. Creo que humildemente, fui un alumno privilegiado de todos ellos. Y no quiero omitir mi reconocimiento al Instituto Cuesta Duarte, que es un espacio que hay que reivindicar, porque nunca hice nada sin el asesoramiento del Instituto Cuesta Duarte y esos técnicos maravillosos que están allí. Particularmente quiero mencionar a Pablo Da Rocha porque con él pudimos trabajar duro con la implementación de la ley y la negociación propiamente dicha de los públicos. Y todo ese trabajo es el que me dio el sentido de pertenencia del que te hablaba hoy. Eso soy. Un abogado laboralista, pero me siento un luchador de la clase trabajadora”. 

Hoy Mario volvió a su casa. A la casa de siempre. A la casa de las y los trabajadores.

Volvió estoico, noble, con sus heridas a cuestas, acompañado por dentro, desde el alma, por sus amores inseparables, inolvidables, suyos, que siguen ahí, intactos, indestructibles, presentes.

Y él sigue respirando gracias a ellos y gracias al rock.