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La música nunca se detiene
El rock le canta a los primeros huelguistas de la historia de 1880 en la mina de Cuñapirú
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La Marmita

El grupo de rock nacional La Marmita grabó junto al histórico dúo Larbanois- Carrero una canción que rescata la lucha de unos 200 trabajadores mineros de Cuñapirú a fines del siglo XIX, cuando aún no existía la organización sindical. Aquellos mineros enfrentaron la dura represión policial y militar de la época, que incluyó muertes y desapariciones.

En 1880, alrededor de 200 obreros -en su mayoría inmigrantes italianos- se rebelaron contra las duras condiciones laborales impuestas por la Compañía Francesa de Minas de Oro del Uruguay, instalada a orillas del arroyo Cuñapirú.

Entre enero y agosto de ese año tuvo lugar una de las primeras huelgas obreras de las que se tiene registro en la historia del Uruguay.

La protesta fue brutalmente reprimida por las autoridades nacionales y los mineros desaparecieron sin dejar rastro. La empresa justificó estas ausencias atribuyéndolas a derrumbes en la mina o a ceses de vínculos laborales.

Sin embargo, la tradición oral local sostiene que los huelguistas fueron perseguidos, muchos ejecutados y enterrados en fosas comunes. El miedo se extendió por la zona y el silencio sobre lo ocurrido se mantuvo durante generaciones.

Diego Etchemendy, guitarrista y voz líder de La Marmita -además de trabajador del sector de la química y delegado de Salud del Sindicato de la Industria del Medicamento y Afines (SIMA)- contó al Portal del PIT-CNT cómo surgió la canción “1880”.

“En 2010 estaba haciendo un curso del Instituto Cuesta Duarte, que incluía clases en la Facultad de Derecho. Para aprobar, había que presentar un trabajo final. Yo elegí un tema histórico y, al investigar, me encontré por primera vez con la huelga de Cuñapirú. Revisando registros, aparecían las huelgas mineras, pero no había más información”.

Desde entonces y con el paso de los años, varios hechos fortuitos lo volvieron a conectar con la historia. Aunque La Marmita ya existía, Etchemendy empezó a toparse una y otra vez con referencias a Cuñapirú. “Veía un programa turístico donde hablaban de la represa, la primera central hidroeléctrica del Uruguay, construida por los franceses. Mostraban las ruinas y mencionaban la huelga”.

Fue así que su búsqueda personal lo llevó hasta los escritos de Selva Chirico, historiadora de Minas de Corrales, descendiente de tradición minera. Gracias a su trabajo, pudo profundizar en lo sucedido.

“En la margen del arroyo Cuñapirú se instaló la primera central hidroeléctrica. La construyó una compañía francesa con concesiones para explotar esos terrenos. Había dos lugares de trabajo, uno junto a la central y otro, unos kilómetros más allá, rumbo a la mina de Corrales. Allí estaba Santa Ernestina, el pueblo donde vivían gerentes y trabajadores. Llegó a tener casi 3.000 habitantes. Allí estaba la boca principal de la mina”, recordó.

A la zona llegaron trabajadores especializados de Europa, sobre todo italianos, además de unos cuantos vascos. “Esta historia habla especialmente de los italianos, que traían sindicatos formados en Europa. Llegaban a Montevideo, firmaban contratos con un salario y viajaban a Cuñapirú. Pero al llegar, la realidad era otra, mucho más dura, les pagaban menos, les retenían sus pertenencias y les cobraban compulsivamente el traslado desde el Puerto hasta la mina. Había trabajadores mensuales y jornaleros, conceptos laborales que ya se manejaban en 1880. En muchos casos, debían dejar como garantía sus herramientas para cubrir el pasaje. Viajaban con sus propias herramientas y se encontraban con situaciones realmente muy complicadas y de explotación”.

En el pueblo también trabajaban criollos formados en minería y, según se cuenta, esclavos brasileños. “Aquello era una bomba de tiempo porque esa situación de explotación laboral se ejercía hacia distintos tipos de trabajadores, había anarquistas italianos, que venían con cierta experiencia en defensa de sus derechos, también había criollos y personas en situación de esclavitud. Con el tiempo empezaron a denunciar malos tratos de capataces que generaban conflictos graves y la situación se tornó más tensa”.

La operativa de la mina era bastante conocida. Desde Santa Ernestina se extraía la piedra de oro, que se cargaba en la locomotora “La Clotilde” para llevarla hasta la central, donde se separaba el oro de la roca en piletones, usando productos químicos. “Cuando la locomotora se rompía o llovía, los mensuales cobraban igual, pero los jornaleros no trabajaban y no cobraban. Entonces, la empresa cambió a muchos trabajadores de mensuales a jornaleros. Así, la empresa obtenía un lucro extra: si llovía o había mal tiempo, la mayoría no cobraba. Todo indica que ese fue el detonante de la protesta, de enero de 1880”.

Etchemendy contó que Selva Chirico le mostró documentos que demuestran que la huelga fue reseñada por los diarios de la época. “No mencionan una organización formal, pero sí la solidaridad entre trabajadores. Aunque no había sindicato, se apoyaban entre ellos. La huelga empezó en enero y se extendió hasta agosto, cuando los últimos registros dan cuenta de su final”.

En medio de la huelga se encuentran cartas históricas. “Primero, el gerente de la empresa pidió al jefe político de Tacuarembó que enviara policía porque se habían sublevado. La policía fue sobrepasada, entonces se pidió refuerzo a Montevideo para mandar al Ejército”. Lo que ocurrió después sigue siendo un misterio.

“Hay una tradición oral que dice que en Santa Ernestina corrió sangre. La represión fue brutal, hubo trabajadores ahorcados. No hay registros de ninguno de los 200 involucrados: no se sabe sus nombres ni dónde están enterrados”, afirma.

Algunos historiadores de Rivera sostienen que fueron ejecutados y enterrados en fosas comunes; otros dicen que la huelga se resolvió y muchos huyeron a Brasil. “Pero no hay pruebas. Lo cierto es que el terror fue tan grande que nadie quiso hablar más del tema”.

Durante la pandemia de 2020 y 2021, Etchemendy aprovechó unos días de licencia para viajar a la zona. “Quise buscar lo que quedaba de Santa Ernestina y la represa. La represa luego la operó UTE y aún quedan varios edificios originales. Hoy hay un pequeño emprendimiento turístico con visitas guiadas. Yo ya tenía mucha información, así que pregunté de todo. Parte del lugar está alambrado porque ahora es una estancia privada, pero allí siguen las casas donde vivían los gerentes, los cuartos de los trabajadores, la boca de la mina y otros edificios”.

“Cuando reuní toda esa información, sentí que tenía que hacer algo. Empecé a escribir la canción, mezclando la historia documentada con la tradición oral, que dice que los trabajadores fueron ahorcados. Incluso hay un lugar llamado La zanja de los horcados. Algunos dicen que el nombre viene de ahí; otros, que no. Cuando tuve la canción, la llevé a la banda. Fue un desafío, porque La Marmita nunca había hecho un tema de este estilo, con aire folclórico. Tuve que contarles toda la historia, explicar la importancia”.

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La Marmita con Labarnois y Carrero

Fue entonces cuando surgió la idea de sumar voces del canto popular. “Pensamos en Eduardo Larbanois y Mario Carrero. Lo veíamos imposible, pero escucharon la canción y aceptaron”.

“Cuando supe que Larbanois y Carrero iban a cantar, salí como loco a reconfirmar la historia. Mario me dijo que tenía una conocida en la Facultad de Humanidades para verificar datos históricos y le dijeron que la indicada era precisamente Selva Chirico. Ella estaba feliz, siempre quiso que esta historia se conociera. Desde Rivera nos sigue ayudando y nos ha escrito mucha gente de Minas de Corrales”.

Hoy, “1880” supera las 50.000 reproducciones en Internet.

A Diego Etchemendy le apasiona la historia y en algún momento profundizó especialmente en los orígenes del movimiento sindical. “Pero esta historia es anterior al 1° de mayo y a los Mártires de Chicago. Es tremendo saber todo esto, porque es parte de nuestro pasado, nos sirve para entendernos mejor a nosotros mismos y cómo empezaron las luchas laborales". 

La historia habla de esos muertos, como los primeros desaparecidos de forma masiva en esta tierra. La historia los recuerda como huelguistas resistentes, duros, salvajemente asesinados. Sin féretro ni placas de bronce que les recuerde, el rock y el canto popular no olvidan su historia. 

La Marmita

La Marmita está integrada por Diego Etchemendy (guitarra y voz), Federico Mieres y Gonzalo Moreira (guitarras), Gastón Silva Bado (bajo), Guillermo Osorio (teclado), Federico González (percusión) y Martín Ledesma (batería).

La banda tiene 13 años de trayectoria y tres discos editados: Más vale lunes que nunca (2015), Cruzando la madrugada (2019) y La Teoría de las Puertas (2025). 

La canción forma parte de La Teoría de las Puertas, el nuevo álbum de La Marmita, editado oficialmente el 29 de junio de 2025.

Este tercer trabajo discográfico reúne diez canciones que cruzan relatos íntimos y colectivos, abriendo puertas a emociones diversas, reflexiones profundas e historias que atrapan. Además de la participación de Larbanois & Carrero, destacan la presencia de Christian Cary, Guillermo Peluffo y Emiliano Brancciari.

El domingo 10 de agosto, La Marmita se presentará en la Terminal Goes, con entrada libre.