Fernando Pereira y el legado de José Pepe D’Elía
La inmensa figura de José Pepe D’Elía trasciende tiempos y fronteras físicas, generacionales y hasta ideológicas. Uno de los hombres imprescindibles a la hora de estudiar y conocer la historia del Uruguay del siglo XX, es evocado con mucha emoción, pero también con admiración y cariño, por el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira.
El legado que dejó, las lecciones de dignidad sindical y resistencia, el compromiso inquebrantable, la firmeza y el ejemplo de un hombre único, al que en la central sindical lo siguen extrañando cada día, sin perder la ternura jamás.
Semblanza
Fue un distinto. Su referencia ética y moral durante muchísimas décadas de actuación ha sido clave para la construcción de la unidad del movimiento sindical. Y decirle a alguien que es el «constructor de la unidad» es mucho más que cualquier otro adjetivo positivo, porque la unidad del movimiento sindical es de las mejores cosas que le han pasado al Uruguay a lo largo de su historia, y particularmente a los trabajadores uruguayos. Por ello cuando se homenajea a D’Elía no solo se está reconociendo al dirigente sindical, se homenajea a una persona que superó la esfera del movimiento sindical y es reconocido por los presidentes de la República de todos los partidos, senadores y diputados sin excepciones, por las principales personalidades del país, por los compañeros de las diversas organizaciones sociales. Él construyó junto a los de su generación, una lógica de altísimo valor para el movimiento sindical de su contacto con la academia, con la cultura, el arte, el deporte, él generó un arco de alianzas muy fuerte.
Acá nosotros sabíamos que el Pepe D’Elía siempre tenía un «as debajo de la manga» y que su agenda era suficientemente importante que posibilitaba que si llamaba a cualquier persona de la escena nacional, que lo atendiera sin problemas. Además tenía un reconocimiento internacional importantísimo. De todos los congresos sindicales del mundo lo invitaban porque querían que asistiera, y aunque él casi no salía, a los pocos congresos que asistió fue homenajeado como un líder sindical de una magnitud y valores humanos que son merecidamente elogiables. A mí me emociona mucho que vayan a designar “José D’Elía” a la escuela No. 380 de Montevideo (NdeR: una de las escuelas donde se promueve la formación e inserción social y laboral de personas con distintas discapacidades) así como también que le hayan puesto el nombre al edificio sede de las prestaciones sociales, de la calle 18 de Julio, porque él peleó mucho por las asignaciones familiares en aquellas décadas. Y también el edificio de atención comercial del Complejo Torre de las telecomunicaciones de Antel lleva su nombre, y es una manera de colocar en claro la magnitud de la obra para que las nuevas generaciones lo tengan presente.
D’Elía fue clave en la resistencia a la dictadura y en la huelga general de 15 días que resistió al Golpe de Estado, por lo que todas esas cosas son las que nos marcaron y formaron y por ello nosotros nos consideramos hijos directos de una generación que construyó la unidad y resistió el peor embate del terrorismo de Estado que se ha visto en el Uruguay.
El PIT-CNT promoverá que se vincule la figura inmensa de José Pepe D’Elía en todo el país
Vamos a conversar con cada intendente de todo el país, y cada Junta departamental para que en todo el país haya una referencia de magnitud. Por ejemplo celebramos que la perimetral de la ruta 101 en Canelones se denominó recientemente José Pepe D’Elía y conversaremos en cada departamento. Estamos convencidos que no vamos a encontrar impedimentos de ningún intendente para colocar un recordatorio o una semblanza en homenaje a un compañero que claramente es reconocido por su valor democrático.
Un imprescindible del siglo XX
Recuerdo que en el año 2000 se realizó una encuesta sobre las figuras del siglo XX y el Pepe D’Elía figuraba entre las primeras 10 de todo el siglo. Y en aquella ocasión se encuestaron empresarios, dirigentes políticos, sindicales, porque se consultó a todo el entramado de opinión social del país. Y si D’Elía estaba en ese selecto grupo de las 10 personalidades más importantes del siglo XX es porque lo fue. Era una referencia para cualquier persona en el Uruguay.
Nosotros tenemos la obligación de colocarlo en nuestra historia y en nuestra memoria, sencillamente porque hay hombres y mujeres que pautan la historia. Y lo logran por su accionar, no es que pretendan hacerlo, pero ellos tienen un accionar tan convincente, continuo, solidario y tan comprometido con los demás, que finalmente se van constituyendo en líderes, se lo propongan o no. Recuerdo que en el año 2005, cuando a él lo vinieron a homenajear de la Universidad de la República con el título de Doctor Honoris Causa, él estaba muy duro para no aceptarlo, hasta que en un momento le dijo al exRector de la Universidad, ingeniero Rafael Guarga, la frase «solo acepto el homenaje si es un homenaje a la clase obrera, porque soy hijo de la clase obrera y no sería quien soy si no hubiera sido militante sindical» y creo que en esa frase hay mucha significancia porque creo que ninguno de nosotros sería quien es, si no estuviéramos representando a los trabajadores. Es el movimiento sindical el que te da cobertura y por suerte en el Uruguay, lo importante es el PIT-CNT y no sus dirigentes. Acá no hay dirigentes monarcas hay dirigentes que coyunturalmente los eligen para llevar adelante una tarea pero lo importante siempre termina siendo la institución. Y en el caso de Pepe D’Elía era de los que lo tenía más claro. Fue alguien que nunca se la creyó, que leía cientos de libros, estaba informado de la actualidad internacional; partía del análisis mundial, pasaba por el latinoamericano y llegaba al análisis nacional de manera muy completa. Por todo ello creo que fue un maestro de dirigentes sindicales. Mío seguro, fue mi maestro junto con Héctor Florit, con Luis Garibaldi, Teresita Capurro y muchos otros compañeros que fueron la matriz fundamental de mi formación sindical porque hay diversas maneras de formarse; una es a través de los cursos de formación y yo fui a unos 200 y sigo asistiendo cada vez que me invitan y el tiempo me lo permite. Pero también es a través de la convivencia con aquellos que se formaron en otras trincheras y otros momentos históricos y que te transmiten su conocimiento sin ningún egoísmo. Te dan todo lo que tienen y no se guardan nada y ese es un aporte fundamental. Pero la presencia de Pepe D’Elía era sabia, madura, firme, referencia, y contrariamente a lo que muchos pueden pensar, era un hombre de mucho carácter, muy firme, difícil debatir con él si no estabas muy preparado. Realmente era un hombre muy firme.
Militancia y amistad
Nos tocó militar unos 10 años junto a él en la etapa final de su vida pero fue un aporte significativo a la construcción de los nuevos dirigentes. Su temperamento, bondad y generosidad se sumaba a la capacidad de crítica que tenía en forma permanente. Después que se fue de la sede del movimiento sindical en la calle 18 de Julio, nos llamaba a Juan Castillo y a mí, dos veces por semana para conversar sobre los temas de actualidad. Pero incluso para criticar alguna posición del movimiento sindical porque le parecía que algo nos «encerraba» o nos generaba dificultades. Creo que hombres de esa naturaleza siempre hacen falta. Son como sabios que -de alguna manera- pueden hablar en nombre de un crisol de ideas que tiene el movimiento sindical. No es que no tuvo críticas, o que no tuvo enfrentamientos, para nada, es que en general sí era un hombre escuchado por todo el movimiento sindical.
En la actualidad, en cualquier ámbito, congresos, asambleas, uno nombra a José Pepe D’Elía y la gente se pone de pie a aplaudirlo. Hoy el Sindicato de la Industria del Medicamento y Afines (SIMA) del que él formó parte, le realiza un homenaje.
La huelga general del ‘73 marcó la historia contemporánea del país
Aquella huelga la comenzaron a preparar incluso antes que conformara la CGT, en el año 1964. Y comenzaron porque tenían la convicción que si había un golpe de estado en el Uruguay había que responderle con una huelga general. Estoy convencido que ha sido la mayor manifestación de resistencia a un golpe de estado en todo el mundo. La más importante, la más sólida y también la más comprometida porque detrás de esa huelga general hubo muertes, desapariciones, torturas, exilio, persecución; lo mejor de nuestros hombres y mujeres estuvo al servicio de la defensa de la democracia, de la misma forma que en los años 1982, ‘83 y ‘84, en el cientos de jóvenes uruguayos pelearon por la reapertura democrática y la construcción del PIT y allí también estaba el Pepe. Porque estaba para resistir pero también para construir, y varios de los testimonios que hay de los que conformaron el PIT, refieren a D’Elía desde distintos lugares. Porque sin tomar la batuta, porque hubiera sido complejizar al PIT en algunos espacios, de distintas maneras colaboraba intensamente en que se pudiera conformar en el Uruguay una central sindical continuadora de la CNT. Así fue que sucedió eso tan hermoso que se juntaron distintas generaciones que provenían del exilio, la cárcel, de la proscripción, con las nuevas generaciones de trabajadores que había retomado las banderas de los trabajadores uruguayos y en menos de un año se conformó una nueva y única central sindical, un solo movimiento sindical con el nombre del PIT-CNT creo que habla notablemente del camino que el movimiento sindical uruguayo hizo para sobrevivir a una dictadura feroz de 12 años.
Visto ahora parece fácil...
Fue una epopeya, un terrible momento de solidaridad, que no se transitó sin problemas ni obstáculos, porque obvio que los hubo. Pero lo que también hubo fue mucha generosidad y amplitud para que estas generaciones pudieran convivir ese tiempo y el proceso continuara, hasta que viniéramos otras generaciones a cubrir ese lugar. En todo ese proceso, el denominador común se llamó José Pepe D’Elía. Él estuvo en la fundación de la CNT, estuvo en la resistencia, ayudando en la conformación del PIT, estuvo en la conducción del PIT-CNT y también en la continuación hasta que decidió no volver más a la central. Pero fueron varias décadas de construcción unitaria del movimiento sindical.
El momento del retiro
Él llegó a la convicción que había llegado su momento de irse y dar un paso al costado, que fue no venir más a la sede todos los días, pero de ninguna manera abandonar. Incluso el último día de su vida, nos llamaron sus hijas para que fuéramos a verlo porque nosotros, además de compañeros, éramos amigos. Con Juan (Castillo) íbamos periódicamente y lo escuchábamos mucho, porque no era una opinión más, era una palabra fuerte, siempre informado, todas las mañanas leía los diarios y escuchaba los informativos, generaba opinión y buscaba información, solicitaba libros.
Su partida fue una pérdida gigantesca, tal vez de las cosas que he padecido más. Naturalmente que cumplió un ciclo de vida por los años que vivió pero igual lo sentimos, y el movimiento sindical hizo lo que tenía que hacer, rodeó su velorio con miles de trabajadores uruguayos que lo acompañamos en la calle, donde creo que a él le hubiera gustado que fuera.
El D’Elía menos conocido
Un hombre que siempre estuvo vinculado a las mejores tradiciones populares, a las movilizaciones de la sociedad civil, al mejor entramado entre la sociedad uruguaya y el movimiento sindical y claramente por todo ello es reconocido. Si uno habla de Pepe D’Elía con las generaciones que militaron con él, todos lo hacen con palabras de mucho cariño y eso creo que es lo mejor que queda de él. Un militante férreo, duro, pero al mismo tiempo fraterno, cariñoso, capaz de abrazar a un compañero, de preocuparse y encontrar soluciones a conflictos y generar los ámbitos para que se resolvieran. Lo más importante de Pepe no era que hiciera un discurso grandilocuente ni duro, sino que podía abrir cualquier puerta en el Uruguay y eso para un dirigente sindical sigue siendo fundamental, porque de todos los conflictos se sale en una mesa de negociación y poder abrirla, a veces, es el mayor trabajo que un dirigente tiene.
Los vínculos con la cultura
Cuando en la apertura de un Congreso en la Plaza 1° de Mayo hace algunos años, nos encontrábamos rodeados unos 600 congresales por muchísimos músicos de la sinfónica, todos allí juntos. Era un mundo de gente. Y Pepe habló, pronunció un discurso breve de inauguración del Congreso y la orquesta tocó algunas piezas. Fue algo impactante. Y uno pensaba si no era demasiado aquello de inaugurar un congreso de los trabajadores con una orquesta sinfónica, y con el tiempo nos damos cuenta que fue un visionario ya que ahora felizmente se ha democratizado el acceso de la música académica y sinfónica a casi toda la sociedad.
Cuando se inauguró el XI Congreso con el maestro Federico García Vigil dirigiendo “La Internacional” fue un momento histórico. Y ahora se puede ver las orquestas sinfónicas y bandas por los barrios, democratizando el acceso a la música sinfónica. Que en el acto del próximo lunes toquen más de 100 gurises de la orquesta juvenil es un inmenso homenaje al Pepe D’Elía y estoy seguro que a él le encantaría. Por lo que lo conocí, creo poder interpretar lo que sentiría en algunos momentos como éste, y lo digo con cuidado porque hoy todos hablan en nombre de Pepe D’Elía pero yo trato de interpretar por lo que lo conocí. Y la elección de los músicos de la orquesta juvenil partió de los veteranos que militaron y lo conocieron mucho más. Veteranos que han logrado algo muy importante, que es traer gente a trabajar por esta causa y que se hayan adherido los expresidentes de la República, muchas figuras muy importantes de nivel nacional, a la militancia cotidiana de Juan Raúl Ferreira, Mariano Arana, Víctor Vaillant, y todos ellos han construido un grupo de trabajo que ha tenido la firmeza para conseguir los recursos para la realización del Memorial y que esa plaza terminara en tiempo y forma para este lunes y pase a ser parte del espacio de la sociedad, y que la gente lo utilice.
Desde el PIT-CNT nos preocupamos porque las nuevas generaciones conozcan la obra de Pepe D’Elía y no solamente hemos preparado materiales sino que ya se han distribuido decenas de miles de libros con parte de su historia.
Un hombre único
Pepe marcó un diferencial y eso lo transmiten sus compañeros de generación, incluso los que siendo de otra generación militamos con él, pero también los que no son parte del movimiento sindical pero reconocen en Pepe D’Elía una personalidad absolutamente descollante y todos aquellos que creemos que él aportó a la sociedad uruguaya y especialmente al cambio de la sociedad. Yo lo acompañé a votar en el año 2005 cuando ya era muy viejito y había que ver la emoción que tenía de haber votado lo que era su convicción.
El legado
Esta dirección del PIT-CNT intenta mantener los valores de D’Elía, esos valores de austeridad, conversar con el vecino, ir a la feria y hablar con la gente, ir a cualquier manifestación y poder conversar con el que piensa diferente, mantener vínculos con las organizaciones de la sociedad y con la Universidad, con la que tenemos muchos convenios para formación de dirigentes pero también de asesoramiento en temas que son vitales. Así como mantener vínculos con la cultura de nuestro país y tratamos de hacerlo todo el tiempo, desde el plano personal yendo al teatro y disfrutando desde una visión distinta a la del actor, eso tan maravilloso que uno pueda actuar y otro verlo como público y sentir cosas distintas sobre un mismo hecho cultural, o tratar de entender qué fue lo que el dramaturgo pensó. Por ello, todos esos vínculos que D’Elía logró mantener por ejemplo con los músicos, también los tratamos de mantener. Acá vienen muchos músicos y nosotros lo relativizamos por nuestra forma de ser. Pero José Carbajal, el Sabalero, le estaba componiendo una canción para el PIT-CNT cuando falleció. Y en distintos momentos tocaron para el PIT-CNT Joan Manuel Serrat, Los Olimareños, cuando precisamos algo solidario siempre vienen Larbanois –Carrero cada vez que los llamamos, Washington Carrasco y Cristina Fernández, Daniel Viglietti, Numa Moraes, Carlos Benavídez, Falta y Resto, Contrafarsa, “la Catalina”, entre otros muchos y tocaron por supuesto Alfredo Zitarrosa, Eduardo Darnauchans y tantos más. Todos estos son vínculos que fue construyendo el movimiento sindical a lo largo de su historia y ellos son músicos comprometidos con el movimiento obrero, son obreros de la música.
Desafíos de futuro
Creo que nos toca como dirección del PIT-CNT, no a mí personalmente, al conjunto, levantar esos legados pero al mismo tiempo saber que vivimos en otra época y que tenemos que adecuarnos a estos nuevos tiempos. Y en ese desafío siempre estamos. Pero cada uno de nosotros cuando tiene una duda, consulta y habla con Carlos Bouzas, con Luis Iguini, Wladimir Turiansky, Ignacio Huguet, entre otros, pero no es para que te digan qué hacer, es que son referencias, personas que nosotros consideramos sabias en la construcción de la unidad y que nos ayuden en un marco del camino hacia dónde orientar la brújula. Y muchas veces nos terminan siendo muy útiles esos consejos porque pertenecen –nada más ni nada menos- a una generación que nosotros valoramos por el acervo cultural que le dejaron al movimiento sindical y a la sociedad uruguaya. Es imposible pensar la sociedad uruguaya sin la CNT. Mucha gente de la derecha lo habrá querido hacer, pero es imposible contar la historia del Uruguay sin señalar la historia de la CNT en ese proceso. ¡Vaya legado! Nosotros tenemos esa responsabilidad y el actor sindical es llamado a consulta en cada tema importante y eso –como decía D’Elía- implica muchas horas de estudio, de formación, de lectura, llamar a compañeros que estén mejor formados que uno para determinados temas porque nadie puede saber de todo. Entonces lo que tenemos que ser es síntesis de múltiples conocimientos, como los que se generan en la academia, en la fuerza del trabajo, los que se generan en el Instituto Cuesta Duarte, y los que se generan en cada compañero militante de cada sindicato, para tratar de resumirlos en la voz sindical. Eso da mucho trabajo y lleva mucho más tiempo, pero también es mucho más duradero y más valioso. Es el valor de la unidad.
Cuando hay gente que habla en contra de la unidad a mi me eriza la piel porque no es que estén hablando en contra de la unidad en un acto libre que cualquiera lo puede hacer, están dañando la mejor herramienta social que ha construido el Uruguay para producir cambios.
Esto es lo que tenemos que entender, cualquier otro debate ideológico es admisible, lo que no es admisible es un discurso rupturista. Cualquier idea puede ser discutible, cosas que a mí me pueden parecer buenas, a otro lo pueden parecer malas, y es natural. Lo que tiene que hacer la dirección sindical y a Marcelo Abdala y a mí nos toca estar en la punta de esa pirámide, es organizar un discurso que colectivice.
Yo creo que lo hemos logrado. Me da la impresión que hemos construido un movimiento sindical que coloca ideas pero además coloca gente para transformar la sociedad. Que ha demostrado su independencia a diestra y siniestra. Los colorados y blancos se asombran de nuestra independencia, después se olvidan y previo a las elecciones dicen que somos las personas más dependientes del mundo, pero hemos demostrado en diez años que somos independientes y no somos indiferentes; que de alguna manera, esta frase que acuñó Jorge Mesa y sonó brutal en el 2005, -a mi me explotó como una bomba en el oído- no sólo quedó en una frase, se matrizó en nuestro pensamiento común, y hoy todos reconocemos dentro del Congreso, que somos independientes, pero no somos prescindentes, ni indiferentes, ni neutrales.
Estos eran valores que D´Elía tenía. Y recordemos que cuando tuvo que comprometerse fue candidato a vicepresidente y todos sabíamos que no quería ser candidato, pero sabía que no tenía opción. Y en el medio de eso contrajo una hepatitis que padeció durante toda esa campaña electoral, pero ni bien terminó la campaña electoral, no dudó a qué casa ir, y volvió a su casa, que era la casa del PIT-CNT.
Eso de no perder la independencia, pero al mismo tiempo no ser prescindentes yo creo que es un aprendizaje de D´Elía que fue muy bien sintetizada en esa frase que el compañero Jorge Mesa colocó en el 2005 y hasta ahora a mi me acompaña.
Hay que tener cuidado en como uno se expresa porque en los momentos de combate y de enfrentamiento uno pierde de vista que no tienen nada que ver los gobiernos progresistas con los gobiernos neoliberales. No tienen nada que ver porque en uno se negocia y en el otro no, porque en uno mientras crecía el producto crecía el salario y en el otro no, porque en uno hay negociación colectiva y en el otro no, porque se votaron casi 50 normas laborales y en el otro casi ninguna. Son modelos totalmente diferentes, pero a veces en el fragor de la lucha solemos pensar que algunas acciones equivocadas del gobierno pueden parecerse a esas acciones neoliberales, no tienen nada que ver.
Tenemos que tener la capacidad de identificarlo, no para dejar de pelear con el actual gobierno, lo vamos a seguir haciendo. Es más acabamos de terminar el mes de mayor conflictividad en los últimos 20 años.
Yo me río cuando dicen que los militantes sindicales no deberían ser militantes políticos, pero Pepe D´Elía era miembro de la mesa de su partido, como invitado siempre, y fue candidato a vicepresidente. Hay que tener claro que cada cual en su lugar, y desde su lugar la vida se ve distinta y hay que aprender a convivir con eso.
Nadie pasa a ser menos compañero porque se fue al gobierno, tiene una responsabilidad muy distinta a la que tengo yo. La que tengo yo asumo que es de transformación de la sociedad desde la visión de los más débiles y desde los trabajadores. Tengo que asumir que en otros lugares se tienen que ubicar en lugares diferentes del escenario. Es decir, lo mismo que se dice del teatro del actor y del espectador. Yo soy un agente de cambio y a eso es lo que no puedo renunciar. En mi organización y en las organizaciones sociales que conviven con nosotros en el Uruguay está la responsabilidad de tironear al gobierno para construir mejores posibilidades para los débiles, para construir mejores posibilidades para la educación y para la salud.
Me parece que estamos siendo coherentes con el pensamiento de D´Elía. Yo cuando me acuesto -duermo pocas horas porque tengo mucha actividad- puedo dormir tranquilo, porque estoy seguro que estamos siguiendo el legado de D´Elía. También estoy seguro que si me equivoco en algún discurso, como me ha pasado, alguien va a venir y me lo va a decir, o a Marcelo (Abdala) o cualquier otro compañero que le toque.
Nosotros somos continuación de esa generación, de eso no hay duda, y por eso están acá y no se reúnen en un club deportivo, vienen acá y trabajan por los intereses de su central. ¡Y hay que ver cómo trabajan! Emocionan, porque dejan muchas horas de su vida para escribir, para polemizar, para intercambiar, para dar información, para construir documentos, para construir las plazas.
Se lo extraña
Lo extraño mucho, muchísimo. El día que nos enteramos de su muerte fue un golpe muy duro, fue como la pérdida de mi padre. Lloramos mucho junto a otros compañeros. Eran lágrimas de saber que él ya había cumplido un ciclo vital pero que al mismo tiempo lo seguíamos precisando. Esa dicotomía de las almas que nos pasa básicamente con los padres y yo creo que D’Elía fue el padre de la unidad del movimiento sindical y no es una paternidad menor.
Todos lo recuerdan con cariño, cada vez que me encuentro con las hijas o con algún nieto siempre surge alguna anécdota desde el corazón por lo que se ve que en su vida familiar y cotidiana desparramó amor y cariño. Si hay una forma de sintetizar el crisol del movimiento sindical, es la cara reflexiva de un hombre que pensaba antes de hablar, sumamente respetuoso de las ideas ajenas, un gran buscador de acuerdos, generador de consensos, un imprescindible. Se extraña, claro que se extraña. Como también extraño a muchos de mis compañeros que se fueron a desempeñar tareas en otras actividades y los extraño hasta ahora. Muchos de ellos lo sentí como una especie de divorcio y la pérdida de Pepe D’Elía la viví como un duelo. Porque fue un duelo para todo el movimiento sindical. A todos nos costó pararnos después de su partida porque no fue fácil, fue muy doloroso seguir el camino pero estábamos convencidos que la tarea que nos había dejado era continuar el camino.
Y en cierta medida hemos continuado el camino con sus banderas, porque cuando uno mira lo que hemos hecho desde el 2005, cuando él ya no dirigía el movimiento sindical, se han construido cambios radicales en el Uruguay, algunos de los cuales no suenan «duro» pero son radicales como la ley de 8 horas del trabajador rural, los convenios del sector doméstico, el tamaño más grande de las historia que ha alcanzado la CNT en su historia con 408.000 afiliados, y muchos sindicatos que casi no tenían afiliados y ahora tienen miles, como también la ley de maternidad mejorada, la ley de responsabilidad penal empresarial, un conjunto de demandas sindicales que se lograron con gobiernos que tuvieron sensibilidad de apoyar cambios sociales democráticos que ayudan a que el Uruguay sea hoy el país que es. No lo habremos hecho de la mejor manera que lo hubieran hecho ellos, pero está claro que somos hijos de esos dirigentes sindicales de tradición unitaria, combativa, comprometida, pero al mismo tiempo reflexiva, porque lo más difícil no es gritar, sino colocar ideas arriba de la mesa. Y eso es lo que hacemos. Esta semana hicimos una cantidad de propuestas desde el PIT-CNT en materia de Presupuesto que se podrán compartir o no, pero se colocaron ideas. Sobre la negociación colectiva también hemos colocado ideas, no insultos, ideas. También sobre las empresas públicas y el Antel Arena lo hicimos; sobre la necesidad de una ley de insolvencia patronal; sobre la necesidad de que exista un cupo para adolescentes en conflicto con la ley que egresan del Sirpa tengan la posibilidad de trabajar en las obras locales. Es decir, todavía el movimiento sindical es generador de ideas, no es solo un movimiento de protesta, es un movimiento ideológico y para serlo tiene que colocar ideas.
Por siempre
José Pepe D'Elía fue un compañero de esos que, con orgullo, uno puede decir fue «mi presidente», fue nuestro presidente y lo sigue siendo, más allá que ya no esté presente. Un imprescindible.