A veces es marzo
Mariana escucha y piensa mucho cada palabra antes de responder. Es una mujer cauta, se podría decir. En tiempos de crispación más o menos generalizada y hasta cierta teatralización de los discursos y relatos, la mesura supone un respiro, un atributo infrecuente, hasta curioso. Un quiebre sin vidrios astillados.
Mariana parece ser la que pulcramente cuida y después cuenta -sin ruidos, ni estridencias- sus matices más sutiles y también sus trazos más intensos. Ella forma parte de la historia de una familia rota, secuestrada y reconstruida con pedacitos de vida, a su modo y como pudieron. Paciente y amorosamente. Con mucha escucha y tratando de no forzar nada.
Mariana Larraz nació en Montevideo, creció en una cooperativa donde se acostumbró a pensar y dialogar en clave de plurales y no de primeras personas. Su mamá fue dirigente de la Asociación de Funcionarios Judiciales del Uruguay (AFJU) y su papá trabajó en la industria del vidrio y también en otros ámbitos.
Como le pasa a casi todas las personas, su historia comenzó mucho antes que naciera. Aunque en su caso, de manera angustiante y con el horror rondando las almohadas. Su mamá –Elba- fue secuestrada en Argentina en el marco del Plan Cóndor, por la coordinación represiva de las fuerzas militares de la década del ’70, cuando lo arrasaron todo. Elba Rama tenía tan solo 22 años, se la llevaron atada y vendada en un auto particular hasta el centro clandestino de detención y tortura Automotores Orletti. Después de un tiempo, fue trasladada junto a otras detenidas y detenidos en el denominado “primer vuelo” y finalmente alojada en la cárcel de Punta de Rieles, hasta que fue liberada en la década del ‘80.
Somos –al decir de Drexler- empecinados supervivientes. Así fue que Mariana nació después de tantas cosas y creció descubriendo su historia y su pertenencia, con equipaje legado, cargado de recuerdos heredados.
Hoy Mariana Larraz es la mamá de Josefina, que es nieta de Elba y bisnieta de otra Elba más.
Además de ser licenciada en Psicología, Mariana es integrante titular del Consejo Central de AEBU, integra la Comisión Representativa del BROU y es suplente en el sector Banca Oficial. Antes de ser bancaria, ingresó por concurso al Poder Judicial pero luego se decidió por trabajar en el sistema bancario, cuando ganó otro concurso y tuvo que optar.
Se considera feminista aunque –como en otras cosas- toma ciertos recaudos antes de establecer definiciones y etiquetas. “El feminismo es una posición en la vida, pensemos que yo nací y me crié en un mundo patriarcal. Y si bien han cambiado muchas cosas, este mundo actual lo sigue siendo. De todos modos, creo que el feminismo brinda una perspectiva que nos permite visualizar las relaciones de poder y la desigualdad existente en desmedro de la mujer. Y allí podemos visualizar cómo se construyen las relaciones de poder, los roles, los lugares y la cultura. A partir de allí, te vas poniendo unos lentes que van mejorando su aumento y te permiten ver mejor las cosas y una vez que las ves así, no podés dejar de verlas con esa perspectiva. Y por supuesto, desde los lugares que nos toca ocupar, tratar de incidir para que la brecha se achique, o incluso para que desaparezcan la desigualdad y los ejercicios de poder que van en desmedro de las mujeres”.
El mundo de Josefina
Mariana valora que Josefina esté creciendo en otro contexto distinto al que le tocó a su tiempo. “Ella va habitando otros espacios y vínculos por ejemplo en relación a los cuidados. Tratamos de no reproducir ciertos machismos o micromachismos en casa. Y lo mismo sucede en el Jardín de AEBU al que ella concurre. A medida que podemos, intentamos cuidar cosas que pueden parecer nimias como la forma en la que referenciamos o denominamos ciertas cosas en los primeros años de vida. El lugar donde está o las personas con quienes está, qué objetos les ofrecen para jugar, qué propuestas de juegos le hacen y no acotarla a aquello de otra época en que las niñas son princesas y visten de rosado. Intentamos que conozca el abanico de opciones y que ella misma tenga la posibilidad de explorar y decidir si quiere jugar con una muñeca o con una pelota o un instrumento musical o lo que sea. Eso es –en cierta medida- desandar los prejuicios con los que nos educaron a nosotros”.
El macho bancario de corbata
Tal vez, en otra época “los bancarios” así en general, eran considerados en el imaginario colectivo, como un montón de hombres con poder, con grandes salarios, casi ricos casi todos, con muchas corbatas en el ropero, y con esposas que les planchaban las camisas. Hoy las etiquetas cambiaron bastante, los roles también y los mandatos están siendo cuestionados.
“Si bien tenemos que mirar más allá de nuestro entorno en el que -en términos generales- podemos tener una misma perspectiva o militamos por las mismas cosas, creo que todavía tenemos incorporadas algunas cosas que no se construyeron en dos días. Hoy las vemos y nos damos cuenta que tenemos que buscar los mejores caminos para trabajarlas, porque en la medida que decimos que algo está mal y hay que cambiarlo, sin un proceso que medie, en algún punto se terminará utilizando la misma estrategia de poder que utiliza el patriarcado. Entonces no debemos imponer sino que nuestro desafío es desarmar algunos mandatos desde otra lógica. Es difícil porque nacimos, nos educamos y vivimos con determinadas formas de ser y de hacer, pero también entiendo que debemos modificar las formas para transformar algo, para no reproducir lo mismo que criticamos”.
Mariana está convencida que las instituciones en general son machistas. “AEBU tuvo esa impronta de los hombres bancarios. Pero nuestra realidad hoy es distinta. Esa mirada anterior, respondía a un contexto, a un momento. Y por un lado fuimos trabajando para cambiar eso culturalmente, pero además, AEBU actualmente tiene una población de afiliados y afiliadas muy distinta a aquella. Por tanto, desarmar aquello –en el buen sentido- es algo que se ha ido logrando de manera casi natural, por los hechos, porque aquella realidad no representa al sindicato de hoy, es parte de otro tiempo, otro mundo que quedó atrás”.