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Fierrito

Viernes, 12 Noviembre 2021 16:21
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Luis Alberto Bergés Vázquez es Fierrito. Cariñosamente, sus compañeras y compañeros lo reconocen como el más alto exponente de la recepción del PIT-CNT. Integra el equipo de funcionarios del PIT-CNT desde que ingresó como conserje hace un cuarto de siglo y conoce cada rincón de la historia del movimiento sindical de las últimas décadas.

Nació en el Cordón y creció con la feria de Tristán Narvaja en la puerta de su casa.

Hijo de un funcionario del Ministerio de Obras Públicas, que trabajó como patrón de draga en el Puerto de La Paloma y madre modista de la que aprendió “las básicas”, primero “para ayudar a mi vieja y después para coserme la ropa y no tener que pedirle a nadie”.

Siendo aún jovencito y bastante antes de ser “Fierrito”, Luis Alberto vio en su propia casa la forma en la que el horror represivo arrasaba con personas y casas y muebles y juguetes y seres queridos. Un día espantoso de esos que huelen al terror y dejan marcado el miedo para siempre, las Fuerzas Conjuntas llegaron hasta la casa familiar de Gaboto y Cerro Largo y se llevaron a su hermana y a su cuñado, recién llegados de su luna de miel. A Estela Maris la liberaron a los pocos días. Daniel recuperó su libertad casi con la democracia. No era él. Era tan distinto al que se casó con su hermana que Luis Alberto casi no lo podía reconocer. La delgadez y las marcas de los huesos eran el daño visible, las huellas que el terrorismo de Estado había dejado como marcas exteriores. Las otras eran más profundas. “Mi hermana quedó muy mal cuando el secuestro y le arruinaron la vida. Le estropearon la vida y ya nunca fue la misma”.

Como en un Macondo montevideano y en territorio de realismo mágico, Fierrito se afilió al Partido Comunista firmando un papelito en el Cilindro, durante los días que el estadio deportivo fue cárcel. A él lo habían detenido al bajarse de un 141, con ejemplares de Marcha y El Popular en un bolsito. En realidad, eran materiales de la agencia de publicidad en la que trabajaba. Pero por las dudas lo llevaron detenido. “Los milicos me llevaron a la Seccional 1ra y de ahí al Cilindro”.

De grande, Fierrito trabajó en la UTE y luego fue conserje de la sede del Partido Comunista y finalmente del PIT-CNT.

Recuerda cada calle, fecha, nombre, aniversario, cita o lugar sin dudar un segundo. No usa agendas. Solo confía en su memoria. No le gusta guardar papeles, ni mucha cosa que le complique.

Dice que el teléfono de la recepción del PIT-CNT es el mejor testigo del cariño, las necesidades y angustias de la gente, que llaman a diario a contar sus problemas y saben que allí alguien les escuchará. “Alguna respuesta a sus problemas siempre se le trata de dar. A veces te llaman y te cuentan su dolor y solo quieren desahogarse. Y ta. Nada más que eso. Y yo trato de escucharlos porque es la casa de todas las trabajadoras y los trabajadores”.

Pero Fierrito dice que en los últimos dos o tres años algo cambió de manera abrupta. Fue con la aparición del discurso del odio. “Fue de un día para el otro y te repiten las mimas amenazas e insultos”. De todos modos, dice que no hay que darle mayor relevancia y por supuesto, nunca responder en malos términos. “Siempre les hablo del mismo modo y los dejo que repitan las mismas amenazas de siempre”.

Pero la vida en la conserjería ha sido bastante más que estar a la orden en el teléfono. Conoció y compartió historia, mates, risas y rezongos con Pepe D’Elía, Félix Díaz, Enrique Rodríguez y los que llegaron después. “En esa época eran muy pocas mujeres y ahora el PIT-CNT se llenó de mujeres y ese es un cambio muy grande. Se le dio un espacio a las mujeres que antes no lo tenían. En realidad se lo ganaron”.

Fierrito dice que vivió momentos conmovedores en el PIT-CNT. Conoció a Hugo Chávez, a presidentes, ministros, artistas, deportistas y gente anónima. Dio la bienvenida y saludó a cientos o miles de autoridades de organismos internacionales y del cuerpo diplomático. Sin embargo, asegura que los momentos inolvidables fueron con gente de barrio. “Aquellos vecinos que cuando la solidaridad para dar una mano con la gente de Dolores o ahora en la pandemia venían con un paquete arroz o de fideos para aportar algo para los demás. Y vos veías que era gente que también la estaba pasando mal, pero traían algo”. Esa gente es la que Fierrito dice se llevará en el corazón.

Sucede que en pocos días Fierrito dejará el PIT-CNT y se irá a su casa. Llegó la hora de jubilarse y dedicarse exclusivamente a hacer las tareas de la casa, tomar mate y salir a caminar tranquilo, sin pensar en horarios de reuniones del Secretariado Ejecutivo, ni actos en el Anfiteatro, ni atender a la prensa.

“Me voy tranquilo, sabiendo que di todo. Y que si me necesitan, estaré”. Dice que ahora posiblemente se arrime a dar una mano en la ONAJPU y eso le suena hasta extraño. “Todavía no me veo ahí pero es el lugar natural para seguir vinculado a la militancia y dar una mano como un trabajador pero jubilado”.

Fierrito también dice que se lleva del PIT-CNT la enseñanza de que la unidad es indestructible. “Podremos tener mil discusiones y diferencias, pero la unidad está por encima de todo. Eso es imponente”.

En pocos días se va otro pedacito de la historia del PIT-CNT.

Un trabajador más. Un conserje.

Un pedacito de miles de vidas que construyen el PIT-CNT para siempre.

Modificado por última vez en Sábado, 13 Noviembre 2021 08:36
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