La garra del corazón

Miércoles, 01 Abril 2020 17:03
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La lluvia golpeaba intransigente y porfiada cada centímetro del asfalto montevideano. Los pocos transeúntes esquivaban charcos, apuraban el paso e intentaban refugiarse bajo algún alero aliado. La ciudad en modo introspectivo. Acá en esta cuadra viven mil.

Aquí no hay durante ni después.  

Primero llegó un camión refrigerado con una tonelada de pollos y a los pocos minutos, enormes vehículos se acumulaban en fila en la calle Jackson, a la espera que una cadena humana comenzara el proceso de descarga. Desde arriba de los camiones, uno o dos operarios lanzaban los paquetes de fideos, harina, polenta o azúcar, al primer integrante de la cadena humana -formada por militantes sindicales y voluntarios- que a su vez reenviaba al siguiente que se encontraba a unos dos metros, y así hasta completar el destino de descarga en el escenario del anfiteatro. Los primeros estaban bajo agua. Pasaban las horas pero la lluvia no tenía intenciones de dar tregua. Y la solidaridad tampoco. Algunos de quienes descargaban en los primeros metros bajo agua, ni siquiera eran sindicalistas del PIT-CNT. Sin embargo, empapados y cansados, a medida que avanzaba la tarea, alentaban al resto para que nadie aflojara.

Hoy en la sede del PIT-CNT se descargaron y desde allí se repartieron varias toneladas de solidaridad.

No había cámaras de TV. No hubo medios. Será porque no es noticia. Que el movimiento sindical ha sido y es solidario con los que menos tienen y que su razón de ser es pensar primero en los más vulnerables, eso lo sabe todo el mundo. Literalmente, todo el mundo.

Modificado por última vez en Miércoles, 01 Abril 2020 19:04
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