Ella
Con lluvia o no, en los viñedos, en cunetas, ocupándose del riego, limpieza, cortando uvas, limpiando, cortando mimbre y más. Luisa Andrada es una de las mujeres trabajadoras de campo que pasa largas jornadas casi en silencio. Pertenece a un sector que ha cobrado notoriedad internacional, cuando los vinos uruguayos llegan a los grandes restaurantes y hoteles del mundo, pero que tiene otra cara menos visible. El esfuerzo cotidiano de hombres y mujeres que hacen “mucho más de lo que muchos se imaginan”.
Andrada explicó al Portal que en ocasiones “hay que trabajar en un zanjón lleno de agua, con heladas, con lluvia o con lo que venga”.
En su lugar de trabajo en Juanicó, hace poco les construyeron un baño. “No hay luz pero tenemos el baño”. Y el comedor está a unos 2 kilómetros de donde trabajadores y trabajadoras realizan sus tareas.
Las hijas de Luisa ya están grandes pero tuvo que pasar por los años de llevarlas hasta la escuela, volver a casa y ocuparse de todo. Tuvo que ser madre todoterreno y criar sola a sus hijas pero sin embargo, conoce casos en su pueblo en los que “hay padres que también son madre a la vez porque se ocupan de todo”.
Luisa piensa, cuenta, ríe y sostiene que siempre hay que tratar de mira un poquito hacia el otro. Para tratar de entender, para entendernos. En su historia, como madre soltera, quedó su mirada contemplativa que busca entender al otro.
“No hay que ser extremista, ni excluir a los hombres de sus hijos; hombres y mujeres tienen que tratar de escucharse y entenderse”. Y más, le gustaría pensar que a partir de la construcción de nuevos vínculos de respeto y tolerancia en la sociedad, una de las prioridades fueran los niños y niñas. “Que los padres nos los tomen de rehenes, a los hijos no los tenemos que tener como un botín de guerra de nuestras disputas”.
Para Luisa Andrada, el 8 de marzo es una oportunidad para que pensemos un poco lo que estamos haciendo como sociedad.