Mártires de Chicago
Para comprender la génesis histórica del 1º de mayo hay que remontarse al Congreso de 1894 de la Federation of Organized Trades an Labor Unions de Estados Unidos, ya que decidió iniciar el 1º de mayo de 1886 una campaña nacional de huelgas y manifestaciones para obtener la jornada laborable de ochos horas. En el gran centro industrial de Chicago la campaña se preparó desde abril. El 25 se congregaron en mitín unos 25.000 trabajadores que escucharon la palabra de Augusto Spies y Albert Parsons.
El 1º de mayo una marcha de 40.000 obreros en huelga, encabezados por Parsons y su esposa Lucy , desfiló por el centro de Chicago ante la atenta vigilancia de 1.350 miembros de la guardia nacional armados a guerra. El 3 de mayo en una reunión cerca de la fábrica de maquinaria agrícola Mc Cormick (International Harvester), que se encontraba en huelga desde febrero y estaba trabajando con rompehuelgas, se produjo un duro enfrentamiento entre huelguistas despedidos y manifestantes por las ocho horas contra "krumiros" y la policía. A consecuencia del cual ésta mató a seis obreros con sus disparos.
La réplica fue organizada por los trabajadores en manifestación de protesta contra la violencia el 4 de mayo en la plaza Haymarket de Chicago. Esta transcurrió sin incidentes hasta que, al finalizar, un contingente policial penetró entre los obreros pretendiendo la dispersión del acto autorizado.
En esas circunstancias una bomba estalló entre los policías, matando a uno de ellos e hiriendo a decenas. En respuesta éstos abrieron fuego contra la multitud, provocando 38 muertos y 115 heridos, según algunas fuentes. El luctuoso episodio sucitó una ola de persecuciones antisindical que fue la causa de la declinación de la campaña por las ocho horas en los Estados Unidos (EE.UU.).
Presos y acusados
Bajo estado de sitio fueron detenidos cientos de sindicalistas, socialistas y anarquistas, entre los que fueron finalmente inculpados: August Spies (alemán, 31 años, periodista); Michael Schwab, (alemán, 33 años, tipógrafo y encuadernador); Adolph Fischer (alemán, 30 años, periodista); George Engel (alemán, 50 años, tipógrafo y periodista); Louis Lingg (alemán, 22 años, carpintero); Samuel Fielden (inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil); Oscar Neebe (norteamericano, 36 años, vendedor); y Albert Parson (norteamericano, 39 años, periodista).
El juicio al que fueron sometidos estos trabajadores fue una total farsa. Entre otras cosas porque se eligió un jurado que ya estaba predispuesto a culpar a los detenidos al "comprar " testigos. A esto se le suma la presión que ejercían los empresarios norteamericanos para reprimir y amedrentar el creciente proceso organizativo del proletariado norteamericano.
La prensa oficial contribuyó al clima hostil contra trabajadores y sindicalistas, hasta que finalmente el 20 de agosto de 1886 el jurado dictó sentencia, que condenó a pena de muerte a siete de los acusados y a 15 años de trabajados forzados a Neebe.
La ejecución
El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución de los militantes obreros y anarquistas Parsons, Spies, Fischer y Engel en el patio de la prisión de la ciudad de Chicago. A los acusados Schwab y Fielden les fue conmutada la pena de muerte por cadena perpetua, mientras que Lingg se habría suicidado en su celda incendiendo un pequeño cartucho de dinamita.
En 1893 el nuevo gobernador del Estado de Illinois, John Altegeld revisó la causa y reconoció públicamente la "odiosa maquinación judicial" puesta en acción en el proceso y que culminó con la muerte de estos sindicalistas.
Testimonios antes del asesinato
Poco antes de ser asesinados en la horca varios de los sindicalistas brindaron su último testimonio, el último pensamiento que la historia ha recogido.
Parsons antes de que le coloquen la soga al cuello declara: "Si es necesario subiré a la horca por los derechos del trabajo, la causa de la libertad y el mejoramiento de la surte de los oprimidos".
Fischer sorprende a los guardias por su serenidad cuando explica: "Este mundo no me parece justo y batallo ahora muriendo para crear un mundo justo. En todo tiempo los poderosos han creído que las ideas de progreso se abandonarían con la supresión de algunos agitadores". Y luego agregará: "No soy criminal y no puedo arrepentirme de lo hecho. ¿Pediría perdón por mis ideas, por lo que creo justo y bello?".
Engel por su parte dirá: "¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonan millones otros caen en la degradación y la miseria".
Spies, al disponerse a morir saludará proféticamente, llegará el: "Tiempo en que nuestro silencio será más poderoso que nuestras voces, que estrangula la muerte".
La inteligencia al poder
El crimen que se comete en contra de los mártires de Chicago opacó el trabajo de una gran mujer que llevó adelante una actuación siempre comprometida con los explotados y desposeídos, ella fue Lucy Parsons, la compañera de Albert Parsons. Cuando su marido muere en la horca sostiene que "No se ha hecho justicia (refiriéndose al juicio), no podría hacerse porque cuando una clase está frente a otra es una hipocresía su sola posición".
Cerca de donde se encuentran los restos de los sindicalistas asesinados en la horca hay una pequeña piedra en la cual se puede leer Lucy Parsons / 1859 - 1942. En el lugar siempre hay un puñado de flores.
Lucy fue una luchadora, una militante sindical de primear línea. A tal grado llegó el temor de las autoridades del momento en Estados Unidos (EE.UU) que se le prohibió realizar mitines y discursos sindicalistas en el territorio de Chicago. Esto no amilanó a esta combativa mujer y por eso desde el lago Míchigan, subida a una barcaza y con una "bocina" de metal, daba a conocer las reivindicaciones de la clase trabajadora.
Los datos históricos fueron recogidos del Semanario 7n, en el cual se recopila un trabajo realizado por el investigador Yamandú González Sierra.