Victoria Rodríguez: "Hablar de meritocracia es de miopes y supone desconocer las causas de la pobreza"

Miércoles, 26 Octubre 2022 19:05
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Victoria Rodríguez: "Hablar de meritocracia es de miopes y supone desconocer las causas de la pobreza" Foto: Leo Maine

Es comunicadora, actriz, artista plástica y traductora. Desde hace más de una década conduce uno de los programas de televisión en vivo con mayor repercusión en el medio. En su programa Esta boca es mía de Teledoce, desde el inicio propuso una agenda variada de debates, bastante más audaz de lo que la TV brindaba por aquellos años. Hay incluso quienes la consideran casi una pionera por haber colocado de manera periódica en la agenda de un medio masivo, el abordaje de casos de explotación sexual de NNA, la violencia de género y la intrafamiliar, la homofobia, así como otros tantos temas que prácticamente no tenían espacio en la TV por entonces, a excepción de los minutos de los informativos dedicados a la información policial o a la llamada crónica roja. 

Victoria Rodríguez es madre de dos hijos, ha viajado por el mundo con equipaje de cronista y también en modo descanso, fue integrante del recordado equipo de Oxígeno que sacudió la modorra de los programas deportivos de la TV uruguaya y ha ganado diversos premios como comunicadora y como actriz. Ella es Victoria, con su paleta cromática de colores y tonalidades, llena de matices. Se siente orgullosa y en paz, especialmente porque sus hijos ya "navegan solos" y "solo me necesitan como faro". En noviembre vuelve a presentar cuatro funciones de "Toda mi vida me gustaron las matemáticas” de Stefanie Neukrich, en el Teatro Victoria. En diálogo con el Portal, habló de todo. De aporofobia, discurso de odio, los ataques contra los sindicatos y los prejuicios de algunos dirigentes sindicales, la lucha de clases, la pandemia, la autoexplotación, los silencios, la reflexión, el amor y la utopía. Está convencida que aunque no se pueda cambiar el mundo, es "casi un deber" intentar hacer algo todos los días, "al menos para ayudar a que el mundo sea un lugar mejor para alguien". Dice que el gobierno "deja que todos ladren, pero no siempre es señal de cabalgar" y que "a veces es bueno parar, desensillar y procurar interpretar a la jauría". Considera que los sindicatos son necesarios, que la música es el camino más directo para conectar y elevar el alma y que "el futuro es una incógnita tan aterradora o esperanzadora como la quieras imaginar". Sostiene que para recomponer esta sociedad, "se necesita una revolución pero sin armas".

¿Qué lugar ocupan actualmente en tu vida las artes plásticas y el teatro?

Las artes plásticas están en todas mis horas porque mi taller está en mi propia casa.  O mejor dicho, mi casa “es” un taller a estas alturas. Lo saben los pisos, las paredes, las alfombras y hasta mi ropa, manchas por todos lados (risas). La noche sigue siendo por excelencia mi momento preferido de trabajo. La noche y su silencio. Y también me persiguen cuando salgo de casa porque siempre se me cuelan imágenes de posibles creaciones a partir de todo lo que veo.  Hasta en terapia le explico lo que siento a la psicóloga con imágenes. Es tremendo. El teatro es otra pasión pero que no tengo más remedio que dosificarlo por el famoso equilibrio de las cosas. Los ensayos insumen mucho tiempo pero todos los años hago alguna obra. Este año, por ejemplo, fue “Toda mi vida me gustaron las matemáticas” de Stefanie Neukrich, en el Teatro Solís. De hecho vamos a hacer 4 funciones más en noviembre, en el Teatro Victoria.

¿Y el ocio, el descanso, el silencio?

Mi descanso no pasa por no hacer nada. El “nadismo” me genera una ansiedad inconmensurable. Mis manos no se están quietas. Pero no creo que sea un tema de ansiedad patológica sino que tengo la bendición de tener muchos intereses y una buena dosis de creatividad. Si no estoy pintando, estoy cosiendo, haciendo ropa para mi hija o para mí, o arreglando rajaduras den los pantalones de mi hijo (risas) o tocando la guitarra. En fin, creo que es mi manera de descansar la mente, además de disfrutar los procesos creativos en sí mismos. Y de disfrutar del silencio al mismo tiempo, el silencio y la soledad.  Grandes amigos de los buenos que tengo.

Vivimos un tiempo que se suele caracterizar por el vértigo y las urgencias. El filósofo coreano Byung-Chul Han habla de la autoexplotación en relación a cierta obsesión por el trabajo. ¿Vos dónde encontrás la paz?

Soy una buscadora incansable de momentos de paz. La conozco bien. Y también a su antónimo. Por eso la valoro tanto. De todas maneras, con respecto al trabajo y la autoexplotación a la que remite el filósofo coreano, en mi caso particular, el trabajo ha sido siempre una tabla salvadora. Lejos, muy lejos de quitarme energía vital, el trabajo me la asegura. Será porque amo lo que hago, sin duda, pero también sospecho que ha sido un pilar de sentido en mi vida.  No me han sido ajenos los momentos de turbulencias y angustias internas, y el trabajo me resultó siempre ese “Google map” que me ayuda a ubicarme, a estar en pie y a «recalcular» el camino si hace falta. Además de permitirme la independencia económica que es fundamental.

Hace un tiempo compartiste un videíto de tu hija cantando en una calle de Londres. Y le hablaste de tu felicidad por su forma de honrar la vida. Te pido nos cuentes algo más de esa experiencia, pensando en un tiempo de vínculos tan agresivos en la sociedad, donde todo parece al límite de la tolerancia.

Ese video fue algo que ella me mandó mientras estaba de viaje en Londres con amigas.  En sí, no era más que una imagen de ella cantando con un artista callejero. Ella misma se autoinvitó a cantar con él. Podría haber sido en las calles de cualquier lugar del mundo, o acá en la esquina. El punto para mí era que me llenaba de orgullo verla disfrutar de su talento -porque tiene un don increíble para cantar- sin inhibiciones. Y su manera de «honrar la vida» fue un mensaje para ella, que va mucho más allá de ese video o imagen. Es una chica que está comprometida con la vida. Es responsable, estudiosa, buena amiga, llena de intereses y motivada al 100% con esto de “vivir”. Que tiene la suerte de haber nacido en un entorno amoroso y con los recursos necesarios para que pueda soñar a lo grande. Si, también eso es muy cierto. Pero ni lo uno ni lo otro son garantía para que nuestros hijos desarrollen entusiasmo por vivir, aprender, estudiar, agradecer. La adolescencia de estos tiempos tiene muchos dolores. Los padecimientos del alma y los sin sentidos tocan a muchos. Y como padres, ¿qué puede haber más lindo que ver a tus hijos crecer y advertir que han desarrollado las herramientas necesarias para ser buenas personas y capaces de forjarse su propio futuro? Tanto ella como mi hijo varón, están en ese punto en el que sólo me están necesitando como faro. Están navegando solos. Y a mí me llena de orgullo y tranquilidad. 

¿Por qué crees que nos llaman la atención esas cosas que deberían ser normales, cotidianas? ¿Qué nos pasó como sociedad?

Creo que como sociedad nos pasa lo mismo que ha pasado siempre. Las famosas luces y sombras que coexisten con todos sus matices. Sólo que las redes sociales han permitido exponerlo todo y generaron una plataforma donde lo simple se redimensiona.  Para bien y para mal.  Es cierto que las coyunturas influyen y mucho. La pandemia supuso sacudones muy fuertes para muchos, en el mejor escenario y golpes mortales para muchos más. En el Uruguay y en el mundo. Es más que entendible que las frustraciones personales se exacerben. Pero conceptos como “violencia” e “intolerancia” no son un invento de la post pandemia. Tampoco lo es la lucha de clases, ni la angustia existencial. 

¿Cómo hacés para sobrellevar los ataques en redes sociales?

Con los años no sólo aprendés a sobrellevar y atajarte mejor de los ataques sino que fundamentalmente, aprendés a identificar qué es un ataque y qué no lo es. Vale decir, uno elije qué batallas librar.  Es más, si seguimos usando estos términos bélicos, te diría que aprender a “medir” al enemigo te ahorra mucha energía. La gran mayoría no califican.   Y puede sonar a soberbia pero yo prefiero pensar que es aprendizaje básico y administración de emociones.

En una nota dijiste que vas a morir con el rótulo de ‘facha’. ¿Por qué crees que hay gente que piensa que sos de derecha?

Pues los años pasaron y hoy en día también me acusan de “zurda”.  O sea, creo que la sociedad polarizada no se banca al que trata de ir por el medio.

¿Qué pensás del discurso de odio y particularmente de los ataques tan violentos hacia los sindicatos?

Los discursos de odio en tanto retórica incendiaria para estigmatizar y discriminar al “otro” le están haciendo un mal enorme a la humanidad entera. No se limitan al diálogo -si se le puede llamar así- político exclusivamente. Ni son exclusividad de democracias liberales. Y ahí una vez más, las redes sociales le hacen el flaco favor de hacer de megáfono. Porque además, si bien los principales oradores de estos discursos no son la mayoría, ésta tampoco se desmarca en un intento pacificador. Si no pecamos por acción, lo hacemos por omisión. Y en una sociedad tan polarizada como la nuestra -y debiera decir como toda Latinoamérica- esta retórica violenta sólo puede sumar a la famosa grieta que tanto nos repetimos a nosotros mismos que acá no existe aún. Y lo peor de todo, es que se apela al discurso de odio hasta para defender las causas más nobles y humanitarias, algo insólito. En cuanto a los ataques violentos a los sindicatos, y me vienen a la mente algunos políticos y militantes de derecha -aunque también los hubo de izquierda y hasta un ex Presidente- atacando a sindicatos -en ese nefasto ejercicio de generalización- sin advertir la diferencia entre lo que es un sindicato, su naturaleza, razón y legitimidad, de un sindicalista en particular.  Porque también es justo señalar que algunos discursos de algunos sindicalistas están muy cargados de resentimiento y prejuicio. Pero los antisindicalistas existen. Punto. Aunque no admitan serlo. Lo triste es que de un lado y del otro se van tejiendo relatos que lejos de sumar al cuidado de la democracia -que necesita de la coexistencia de todas las fuerzas e intereses en pugna-  terminan siendo muy serviles a la propagación de la retórica del odio.

¿A tu programa lo han señalado como parte de una campaña de blindaje a favor del gobierno?

A mi programa lo han señalado como esto o aquello.  Pero siempre depende del dedo señalador. Estamos al aire hace casi 14 años. Y no nos paga el sueldo ningún gobierno. ¿Blindaje? Además de antiético sería una burrada. Sería atentar contra la naturaleza misma del programa: debate de ideas. Seguimos la agenda política en su día a día. No la agenda del gobierno, sino la que instala polémica en la calle, en las redes.

Hace muchos años que en el programa abordás temas de explotación sexual de NNA, violencia de género, educación, entre tantos y sin embargo, ahora parecería haberse despegado en cuanto a visibilidad y repercusión con los debates políticos y el juego de panelistas y escándalos. 

Quiero creer que en ese sentido los medios de comunicación sirven para visibilizar cuestiones que requieren del compromiso y la acción colectiva.  A veces el “cómo” abordar esos temas puede ser escabroso. Requieren de mucha sensibilidad.  Hago lo posible por lograrlo. Pero aún si me equivoco en el camino, voy a insistir. Creo en esa responsabilidad como comunicadora. Visibilizar. Cuestionar. Salirnos de la zona de confort en la que terminamos casi que tolerando o naturalizando violencias inefables. Y eventualmente lograr que el sistema político se comprometa mucho más allá de la elaboración de leyes con poco presupuesto que terminan haciendo poca o ninguna diferencia en la realidad.

¿Y qué pensas de la aporofobia? ¿Es un invento para vender libros o hay una parte de la sociedad que odia a los pobres y manifiesta hasta cierto desprecio por su aspecto, olor, la forma como hablan?

La aporofobia… había que ponerle nombre, de acuerdo. Lo que no tiene nombre no existe. A ver, el rechazo a los pobres es algo que siempre existió en las sociedades, especialmente en las culturas occidentales. Pero la traducción de “odio a los pobres” suena a la máxima expresión de deshumanización a la que pueda llegar una persona. Odiar a los pobres supondría carecer de toda capacidad de empatía y peor aún, no entender nada de la naturaleza humana, de las injusticias que campean en nuestro mundo capitalista y aún en las mejores democracias. En cualquier caso, prefiero creer que lo que hay es un rechazo que solapa nuestros propios miedos. Lo que nos interpela, lo que nos confronta con nuestra forma de vida, ahí se funda el rechazo. Pero eso no es odio, es miedo.

Hay quienes defienden la teoría de la meritocracia y sostienen que los pobres son personas que 'no se esfuerzan' demasiado. ¿Qué dirías al respecto?

Diría que sostener la teoría de la meritocracia es de miopes. Una vez más, supone desconocer las causas de la pobreza y negar las vulnerabilidades y distopías del mundo en que vivimos. Quién le puede ganar a esfuerzo a una persona que trabaja 10 o 14 horas por un salario mínimo -en el mejor escenario- que no pudo estudiar porque tuvo que salir a trabajar para ayudar a su familia siendo muy chico, que se levanta todas las mañanas en un rancho que se llueve, tal vez sin desayunar, con el mismo dolor de cuello o lumbalgia  que el dueño de una multinacional? Por favor… definamos 'esfuerzo' en tal caso.  

¿Cómo se recompone el tejido de una sociedad herida, rota y con posturas tan disímiles?

A estas alturas, imagino que requiere de una verdadera revolución. Sin armas. Con grandeza espiritual y honestidad intelectual. Existen esas personas, están entre nosotros. Forman parte del sistema político, de los sindicatos, de la sociedad civil organizada, pero evidentemente no logran posicionarse como líderes capaces de promover la sanación del tejido roto. Cada tanto asoman pero son devorados por el sistema y los famosos discursos de odio. De todas maneras, creo en la lucha por defender utopías. Mantiene el equilibrio de las cosas.  Pero más que nada, creo en la posibilidad y el deber que tenemos todos y cada uno de los integrantes de la sociedad, de intentar hacer una diferencia. Por más mínima que sea. No cambiás al mundo, pero por ahí ayudas a que el mundo sea un lugar mejor para alguien.

Según los últimos datos oficiales del INE, la economía creció y la pobreza también. Particularmente de 0 a 6 años es donde más aumentó la pobreza. ¿De verdad nos importan los NNA como sociedad?

Me pregunto lo mismo. No quiero decir necesariamente que seamos indiferentes como sociedad o que el gobierno no esté haciendo nada al respecto. Pero esperar y confiar demasiado en el “derrame” de esta economía en crecimiento puede tener consecuencias irreparables. Lo que tampoco me gusta es advertir cómo la pobreza está siendo objeto de manipulación político-partidaria. Deberíamos ser capaces de encarar un abordaje mucho más profundo.

Modificado por última vez en Miércoles, 26 Octubre 2022 21:48
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