Carlos Barceló: «Con la alegría, hasta la victoria siempre»

Miércoles, 12 Mayo 2021 19:27
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Vivió, creció, añoró y sobrellevó el doloroso exilio familiar. Sus primeros años fueron tiempos de soledad y amor herido. Extrañó a mares y océanos, respiró la discriminación en el aire y trató de entender el mundo a través del estudio de la historia. Creció y siguió hurgando entre libros y papeles, intentando comprender el origen de las inequidades, esas que se reiteran y profundizan de manera porfiada y sistemática, con el paso de los siglos.

Carlos Barceló, sabe que la risa es sanadora. Lo aprendió solito. Cuando tenía tres años sus padres fueron encarcelados por la dictadura cívico militar y entre silencios y ausencias, aprendió a reír de a pedacitos y como pudo. Fue a la escuela 46 de San José y cuando su mamá salió de la cárcel en 1978, se mudaron a Canelones y cursó dos años en una escuelita rural de Paso de la Cadena. Posteriormente asistió al colegio Inmaculada Concepción y luego al Sagrada Familia. Supo de Dios y de la misericordia y el perdón. Compartió salones, patios y recreos, con otros niños y niñas y vio que los patrones se repiten, que la solidaridad se construye y que las miserias deambulan por todas partes. En la vida de Carlos Barceló, el magisterio fue el abrazo familiar. Padre, madre y tías y tío, todos de vocación y formación en el magisterio, completaron su ADN cargado de amor por la educación. Fue maestro rural, cantó y le agradeció a la vida que le ha dado tanto. Defendió a su conjunto folclórico humorístico cuando el entonces hombre fuerte de San José, el ex intendente Juan Chiruchi, sentenció -sin papeles y de manera sumaria- que ese grupo artístico no debía trabajar más ni subirse a escenarios maragatos. Al menos mientras él estuviera al mando de todo. Ha hecho reír a miles y miles de vecinas y vecinos de todas partes en decenas de festivales tradicionales como la Patria Gaucha o el Festival del Olimar, y en los todos los tablados y esquinas de la vida. El teatro de Verano lo conoce levantando trofeos con Sociedad Anónima y recibiendo el aplauso generoso de miles que a lo largo de los años han abrazado a sus gauchos patones como parte de la familia del carnaval. Se llama Carlos por Marx y Vladimir por Lenin.

Un martes como cualquier otro, Carlos Barceló llegó hasta el PIT-CNT, acompañando a una amiga. Y de paso, dijo que tenía unas cuantas horas para dar una mano en la campaña de recolección de firmas para habilitar el referéndum por la derogación de 135 artículos de la LUC. «Estamos en un momento que tenemos que dar una mano; como pueblo y casi sin darnos cuenta, estamos viendo de qué manera estamos perdiendo derechos, amanecemos en días que avizoran tormentas, son días muy tristes, porque es muy doloroso ver cómo se van perdiendo derechos. Pero hay gente que nos dice que no, que eso no está bien, y por eso creo que es importante que estemos atentos, organizados, para defender lo que se conquistó en materia de derechos y equidad en todos estos años, que no rompan todo lo que se construyó».

Barceló dijo al Portal del PIT-CNT que es saludable que en momentos de tensiones, miedo y pandemia, también haya cierta válvula de escape para que brote la rebeldía y que posiblemente haya mucha gente que esté firmando contra la LUC para manifestar en clave democrática eso que tiene encerrado en su fuero interior. «Somos una comunidad  que dialoga mucho, y esas charlas se dan en el boliche, en el comercio del pueblo, en la carnicería, en una plaza, y eso sucede porque nos gusta colocar ideas para discutir entre pares. En el Carnaval es muy notorio que surgen distintas ideas para discutir y pensar entre todos como comunidad, a partir y desde la creación artística. Y si no tenemos Carnaval eso es muy complicado porque nos quedamos sin la posibilidad de analizar otras ideas, especialmente las disidentes. Pensar igualito que el que manda es muy fácil. Pero no se trata de replicar lo que dice el que manda. La democracia necesita otras voces y otras ideas. Es fundamental y necesaria la voz disidente».

Rodeado de papeletas y revisando huellas digitales antes de ser incorporadas a las carpetas que van acumulando certezas y convicciones democráticas, Carlos reflexiona sobre el poder y los equilibrios, y del peligro de las verdades hegemónicas absolutas. Las personas que se encontraban allí, también realizando tareas administrativas y de revisión de firmas y papeletas, observan en silencio al maestro y humorista, hablar sobre su visión del país y los caprichos del poder. Dice que la vida a veces coloca metáforas que hablan por sí mismas. «Si a vos te gusta jugar al fútbol en la esquina del barrio lo hacés con los demás. En cambio con una tabla de surf en una playa recóndita te vas a disfrutar allá solo, en tu camioneta, con tu tabla y lejos de los demás. Y después hasta capaz que te sacás fotos para que los demás, esos que no pueden disfrutar lo mismo que vos, vean lo bien que vos la pasás, mientras acá el resto la pasa mal».

Defender la alegría

Barceló está convencido que «nos está faltando la alegría, nos faltan distintas expresiones de la alegría como el Carnaval o los festivales o los cumpleaños de 15 en los que las familias se encuentran y se abrazan y bailan y donde llegan los colados (risas). Ese que no estaba invitado a la fiesta pero te terminaba alegrando la noche. Yo recuerdo haber salido en San José alguna que otra Navidad con un vaso de mi casa y te iban pegando el grito de cada casa porque había llegado un primo amigo y venían los parientes de otras partes y brindabas con todos. Salías con el vaso y terminabas brindando con veinte desconocidos que por un rato eran tus mejores amigos de la vida. Y vos participabas de esas celebraciones familiares porque te consideraban parte de esas familias del barrio. Y esa alegría contagiosa es la que nos está faltando porque además de la pandemia hay una sensación rara, impuesta en este tiempo que vivimos. Cuando las elecciones no vi alegría popular y contagiosa. Yo sentí que había por parte de este gobierno con ganas de refregarle en la cara a la gente que había 'ganadores y perdedores'. Refregarles su victoria 'a los contrarios', pero resulta que 'los contrarios' somos vecinas y vecinos, ciudadanos compatriotas. Tal vez por ello, yo no puedo entender que tantos ciudadanos -que ven cómo les quitan derechos, les suben las tarifas y los impuestos que les dijeron no les iban a aumentar- repitan esa lógica de 'ganamos'. Tal vez porque están nublados por una sed de revancha. Algo así lo viví en Brasil cuando gobernaba Lula da Silva y había gente que se quejaba que las universidades 'se habían llenado de negros y pobres'.  Aunque parezca insólito, hay gente que odia eso. Y yo siento que acá está pasando algo parecido, que hay gente que dice que en las facultades en los últimos años 'se metieron muchos pobres y trabajadores' y eso lo dicen despectivamente como algo terrible».

Futuro

Para el defensor de la alegría, no hay chance de no soñar y tratar de construir un país mejor. «Hay una frase de Juan Glorieto Bustamante -letrista de Sociedad Anónima- que dice: 'con la alegría, hasta la victoria siempre'. Y no solo la comparto y la repito sino que me estoy dando cuenta que la alegría, además de ser una bandera, también es una herramienta imprescindible».  

Modificado por última vez en Miércoles, 12 Mayo 2021 20:42
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